El fenómeno Scott Pilgrim llegaba a España pasado el
verano de 2009 de la mano del grupo editorial Random House Mondadori y,
concretamente, con la editorial Debolsillo. Como es común por estas tierras, dicho
fenómeno llegó un tanto tarde, si tenemos en cuenta que la edición original
data de 2004, pero llegó justo a tiempo para que se entrecruzara con la versión
cinematográfica y para que el boom Pilgrim fuera aún más sonado.
Scott
Pilgrim está catalogada como novela gráfica por su propio
autor, Bryan Lee O´Malley, que consta de seis volúmenes, actualmente se está
trabajando en su re-edición a todo color. La historia gira en torno al propio
Scott, un joven de 23 años que parece habérselo montado bastante bien, toca en
un grupo de rock, comparte piso con su mejor amigo, dueño de la mayoría de
cosas de la vivienda, no da palo al agua y tiene una novia bastante mona más
joven que él, hasta aquí toda marcha, el giro inesperado de su vida llegará de
la mano de la mensajera, peligrosamente moderna, Ramona Flowers. Tras una
primera entrega postal, Scott se enamora locamente de esa misteriosa chica,
además de encontrársela allá donde vaya, comienza a contaminar sus sueños, convirtiéndose
en toda una obsesión. Pero para poder salir con ella primero tiene que
enfrentarse a sus siete ex-novios malvados como si un videojuego se tratase, es
aquí, en el modelo de enfrentamiento, donde la película de Edgar Wright
adquiere su mayor potencial.
Edgar Wright ya nos
tenía acostumbrados a sonsacarnos más de una carcajada gracias a Shaun of the Dead (Zombies Party, 2004) y
Hot Fuzz (2007), ambas protagonizadas
por el dúo Simon Pegg y Nick Frost, de ahí que se nos hiciera raro, en un
primer momento, no ver a esta esperpéntica
pareja dentro del reparto, pero pasados unos minutos de película se puede
observar con claridad que la brillante mano de Wright no deja indiferente a
nadie y menos sus gags, dispuestos en todos los formatos posibles: de montaje,
auditivos, visuales, de dirección, etc.
La película fue todo un
éxito, en parte, gracias a la mezcla que hace de referencias populares un tanto
indies, algunas sacadas del propio cómic otras de la cultura popular. Tal vez donde mejor se pueda ver la
espectacularidad de la película sea a través de las batallas, estilo Zelda o
Mortal Kombat, de Scott con cada uno de los malvados ex-novios, destacando la
última de ellas con el malvado Gideon, a un ritmo desquiciante y desquiciado
propio de Wright.
Si tuviésemos que elegir
una película que sintetice la unión entre cine y cómic (también está disponible
su versión jugable Scott Pilgrim vs. the
World: The Game) posiblemente esa sea Scott
Pilgrim vs The World porque sabe sacar lo mejor del formato cómic y sus personajes y adaptarlos de forma magistral
a la gran pantalla, dotándolos de la espectacularidad que puede aportar este medio.
Además, es una muy buena adaptación, sabe tomar de la obra original los
detalles que más interesan, los diálogos y las referencias más significativas y
al mismo tiempo imprimir nuevos detalles que engrandecen el texto original.
Posiblemente la única pega es que una vez vista su revisionado pierde el carácter
sorpresivo que impregna la primera vez y no todo el mundo está dispuesto a
aguantar el frenético ritmo de la película y las constantes referencias, llamémosles,
indies, geeks, frikis, etc. que
transcurren en ella, os invito a descubrirlas, son muy divertidas.
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