Hace
unos meses ya hablamos desde aquí de la vuelta del grupo de superhéroes patrios
más queridos por los lectores. Este proyecto es un loable intento de remozar
una idea que triunfo hace treinta años. Si bien se trata de una formula con la
que las editoriales norteamericanas de superhéroes tratan no solo de reinventar
a los personajes sino que también de ir abrazando más y más público de todas
las edades, muchas veces sin tener en cuenta la calidad de sus títulos y sin
dejar de jactarse de ello.
Así
pues, nos encontramos con que aquel grupo de superhéroes venidos a menos, que
acompañaron a SuperLópez durante un par de aventuras en los años ochenta, vuelven
en: El supergrupo. El superretorno
(EDT, 2012) de F. Pérez Navarro y Nacho Fernández. En este título nos
encontramos con las constantes que definieron ciertos aspectos de un “vocabulario”
gráfico que marcaba las pautas de toda la producción Bruguera del momento. En
primer lugar, acentuar de manera prominente la parodia como forma de narración
que guía, no solo los diálogos, sino que también movía ficha en torno al
aspecto visual del cómic. El supergrupo, era y es un cómic, que buscaba hacer
una parodia de los grupos de superhéroes, de personajes egocéntricos que
intentan, más que salvar a la humanidad competir a ver quién de ellos tiene es
más popular o más fuerte, algo que se hace patente en este superretorno.
Pero
la parodia no solo se lleva al ámbito de una crítica de lo ficcional, y esta es
otra de las características de este estilo, sino que lo lleva al mundo de lo
real y lo cotidiano. Por ejemplo, al principio del cómic aparecen unos villanos
con un cañón de rayos que convierte a todo el mundo en políticos, cuando la
ciudad todavía está padeciendo la plaga de tertulianos televisivos, o cuando
simplemente aparece Cristiano Ronaldo presentándose a sí mismo como un superhéroe.
Se plantea de manera sencilla sin llegar al simplismo, pero hay que recordar de
que se trata de un cómic hecho para entretener al personal y la crítica
contextual contemporánea ha de moverse a un nivel muy básico, sino con el tiempo
los chistes pueden caer en desuso. Sin embargo, subyace de todo una crítica
mucho más dura, la una chica del grupo es siempre ignorada en las peleas, en
las decisiones y siempre sorprende cuando hace algo porque parece que nadie
espera nada de ella, en ese aspecto parece que la sociedad española no ha
cambiado mucho, algo que los autores captan de una manera muy visual.
Por
otro lado está la crítica a la industria al cómic de superhéroes con la
aparición de un sosias de Lobezno, claro y sencillo cuantas colecciones tiene
este, cuantos proyectos: muchos. Cuantos esta dispuestos a abandonar, ninguno. Está
claro que el lector de cómics de superhéroes está un poco harto de esa
idiosincrasia editorial.
Una
de las grandes dudas era saber cómo iba a funcionar esta historia sin Jan que
definió el estilo gráfico de estos personajes dotándoles de una estética que a
día de hoy seguía viva en el imaginario colectivo. Y la cuestión es que el
título funciona bien, si bien dicen por ahí Nacho no es Jan ni Stan Sakai, pero
no debemos de dudar de los lápices de un autor que lleva muchas patadas dadas
en esto de la parodia (y en otras lides también) y que siendo sinceros, es uno
de los mejores en esto, también tenemos que tener en cuenta que las expectativas
estaban puestas muy altas y que afrontar un proyecto como este era y es muy difícil.
A mí como primer round de reencuentro me ha satisfecho aunque me ha sabido a
poco, por corto, y en ocasiones me ha recordado a Mystery Men la película de Kinka Usher. Lo dicho, el supergrupo ha
vuelto, larga vida al supergrupo.
PD: (Creo que nunca antes había escrito la palabra super tantas veces, lo siento 'sic')
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
No hay comentarios:
Publicar un comentario