Si el slice of life
se ha convertido en una de los géneros estrella del cómic actual utilizado no
solo por el llamado cómic de autor sino también por el de superhéroes o el
manga, el género biográfico va tomando cada vez más fuerza dentro de la industria
del cómic nacional. El arte de volar
(Edicions de Ponent, 2010) o Un largo
silencio (Astiberri, 2012) ponen demanifiesto la versatilidad del tebeo
como medio para abordar este tipo de historias; dando al público la oportunidad
de diseccionar la vida de personajes reales, tanto famosos como anónimos, a
través de la palabra y también de la imagen fija.
La huella de Lorca
(Norma, 2011) de Carlos Hernández y El Torres, explota la imagen hasta las
últimas consecuencias a la hora de dibujar la esencia del poeta granadino sin
apenas ponerlo en escena. Esa es en parte la gran virtud de esta obra, dejar el
protagonismo a las personas que lo conocieron, preferiblemente a aquellas que
no fueron grandes personajes históricos y convertir a Dalí y Buñuel en dos
personajes anónimos más dentro del contexto vital del poeta. Es esa
construcción narrativa la que hace que entendamos la vida de Lorca en si misma como su gran obra.
La fractura temporal de la que hace uso Carlos Hernández
junto con la concepción visual que este crea en torno a esta biografía hace que
en algunos aspectos La huella de Lorca sea
comparable a El corazón de las tinieblas de
Joseph Conrad. Me explico, si en la obra de Conrad dos terceras partes de la
historia se utilizaban para narrar un viaje en el que Marlow, el protagonista, leía
informes sobre Kurtz, persona a la que este buscaba, y se imaginaba como seria el
sujeto en realidad. En la obra que nos ocupa hoy el mecanismo narrativo
utilizado por el autor es exactamente el mismo, con la técnica del testimonio Hernández
evita mostrarnos al poeta en primera persona hasta el final de la novela, la
primera vez que aparece es en el reflejo de un espejo del hotel de la Habana y
de ahí poco a poco ir desvelando la imagen de este dejando que sean otros
personajes los que hablen de Lorca para justo al final encontrárnoslo cara a
cara sin dejar que el poeta nunca hable de si mismo, al igual que el vampiro
del Drácula de Bram Stoker, aunque en
el caso que nos ocupa en vez de utilizar la imagen del otro para hablar del mal
se utiliza para ensalzar la vida y obra del poeta.
La huella de Lorca es
ante todo una gran obra en la que se hace un uso brillante de una narrativa
circular en la que destacan dos aspectos: por un lado el proceso de
documentación sobre el personaje real y la forma en la que este se plasma en el
resultado final y por otro el gran despliegue gráfico, que como muy bien dice en
los créditos iniciales hace brillar El Torres. Ambas características sirven
para entender lo que fue España y lo que
desgraciadamente sigue siendo en una obra imprescindible para conocer la obra
de uno de nuestros poetas más representativos.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
No hay comentarios:
Publicar un comentario