“- Doctor,
Doctor deme algo para que mi marido se ponga como un toro. – Pues quítese la
ropa que vamos a empezar por los cuernos.” Los chistes de personas que van al médico con
una dolencia común o extraña son parte de la tradición humorística de nuestro
país. Partiendo de esa frase de apertura del chiste con el que empiezan muchos
chistes verdes y de carácter escatológico, y tomando el aspecto escatológico
Molg H. reinventa esos chistes en Doctor,
Doctor (Caramba, 2013) para llevarlos un poquito más allá y adaptarlos a
nuestros tiempos, aunque estén enfocados a un tipo de lector muy determinado.
Molg H.
reconvierte el humor clásico con una vertiente mucho más cafre que busca los límites
del humor buscando más que una sonrisa o una carcajada una mueca de desagrado
por parte del lector. Pues bien, si el doctor de los chistes de toda la vida
era un tipo cachondo y práctico, en este caso nos encontramos con un doctor
paranoico, sincero y que no duda en llevar a practicar sus parafilias durante
la práctica de su profesión.
¿Estamos
hablando de humor más allá del límite o fuera de sitio? Creo que no las
coordenadas mediáticas de hoy día permiten que este tipo de textos. Solo hace
falta ver los programas de televisión matutina donde se explican historias
muchos más cruentas y gráficas que lo que podamos encontrar en este título, y
lo que es mejor sin las lecciones de moral que nos quieren dar las reinas de la
mañana. Eso si la estética de Molg H. tiene un punto inquietante: parecen
instrucciones de algo. Como si algún consultor loco de la Seguridad Social
hubiese hecho un manual de uso para casos extremos (y doctores que están fuera
de sí).
En resumen, Doctor, doctor es un trabajo divertido
que juega la baza de lo escabroso y de intentar hacernos reír con temas que en
principio quizás no lo tendrían que hacer tanto, pero ahí está la gracia de
este autor: sacarnos una risa a pesar de los temas.
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