Historias
circulares, tramas en las que se cruzan personajes (cuasi) hieráticos y
espacios tan idealizados que buscan sensación de artificialidad. Bienvenidos al
mundo de No cambies nunca (Astiberri,
2012) de David Sánchez, un universo en el que la realidad es un estado de animo
rebatido por todos y cada uno de los personajes que lo pueblan.
En
su obra anterior, Tu me has matado
(Astiberri, 2010), el autor nos mostraba su querencia por los espacios
abarrotados de silencio y soledad. Es por esto que esta obra es decididamente
fría, tanto por el planteamiento estético del autor; que trasciende tanto en la
utilización del color como en el trazo, como por el esbozo anímico de los
personajes, no hay grandes monólogos ni diálogos extensos. A pesar de esa
economía geográfico-espacial nos sentimos intrigados por unos personajes que se
arrastran a medio camino entre la levedad y el instinto, y que nos obligan a
explorar sus emociones y acciones. Todo ello para crear un simulacro de una Corea
retro inexistente, lo cual ayuda a los personajes a tomar sus decisiones por
descabelladas que sean en un mundo tan anodino como el real. Esa frialdad
trasmite asepsia y de esta la relación con la ciencia, uno de los temas del
último trabajo del David Sánchez.
Sin
embargo, el universo creado por el autor brilla por se de carácter amueblado,
es decir, consistente, a pesar de ser un simulacro de un a civilización este
universo brilla por la habitabilidad del mismo. En el que una
mutación/enfermedad no es más que la representación de la incomodidad de los
personajes por las relaciones sociales. Parejas que no se acaban de entender,
un científico que no es capaz de asumir su personalidad y un enfermo que asume
su condición de conejillo de indias por mantener algo de contacto con la
especie humana. De manera que David Sánchez nos plantea una historia de largo
recorrido en el que las causas y los efectos se podrían extender hasta el
infinito en el que la causa efecto se extiende a tantas historias como
relaciones.
Aunque
el trabajo del autor destaca por la integración de unas narrativas que van más
allá del papel y que podemos conectar directamente con la obra de David Lynch,
en su vertiente cinematográfica, por el tratamiento que hace del tiempo y el
espacio y a la obra de Aki Kaurismaki por el tratamiento hierático de los
personajes y la utilización de los colores en sus últimas obras. Dentro de esas
corrientes que se dibujan desde el mundo del arte en las que ya no tiene que
ver el medio, ni el formato ni el soporte sino las narrativas, las estéticas y
la forma de abordar las historias, Tu me
has matado y No cambies nunca
engrandecen el cómic como un arte emancipado, subyaciendo de ambas obras la
voluntad de trascender del medio para convertirse en universal.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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