Uno de los grandes retos planteados
por Paco Roca en Los surcos del azar
es organizar una historia veraz en torno a dos discursos: el de la ficción y el
del hecho histórico. Ese doble discurso sobre la construcción del relato, que
se convierte en una búsqueda para el autor a la vez que un hallazgo para los
lectores de un hecho apenas conocido por la gran mayoría de la sociedad
española, se constituye, en gran medida, en la personificación del autor como
un personaje más de la historia presentándose así mismo no solo como el
narrador sino como un vehículo que aporta veracidad a la historia de base de
esa obra.
En Las
oscuras manos del olvido (Norma, 2014) de Cava y Bartolomé Seguí nos
encontramos con otro título que busca indagar con una realidad histórica, esta
vez más conocida por todos, como es la del terrorismo de ETA. A diferencia del
trabajo de Roca esta obra parte de un posicionamiento ideológico muy concreto
que se apoya en un desarrollo prototípico del relato negro. Jugando ambos
discursos en primer plano y sin doble articulación.
La historia de base es más o menos
sencilla, pero con muchos recovecos: Toinou, un mafioso francés recién salido
de la cárcel tiene que cumplir con un trato que realizo antes de entrar a
cumplir condena. La misión en si es la que aporta la visión ideológica del
relato: vengar la muerte del empresario por parte de ETA. Esta es la que pone
un trasfondo histórico y social en el que se desarrolla, la actual situación en
la que la lucha parece haber pasado a ser política y es esa en la que nuestro protagonista
tiene que llevar a cabo su venganza. Dicho acto lejos de ser algo emotivo no es
más que un simple trabajo en el que él va a cobrar un dinero, otro impuesto
revolucionario, sin que lleguemos a saber realmente cuales fueron las
condiciones en las que este llego al acuerdo con el empresario asesinado.
El mafioso protagonista nos ayuda a dibujar los tres espacios de coacción diferente: el de la mafia al que él pertenece, al del pasado de sus amigos como torturadores e integrantes del GAL, y al de la propia misión del protagonista. Por medio y en terreno de nadie quedamos el resto, la viuda, la escritora, y aquellas personas que buscan esclarecer la verdad por un bien común y no interesado, hay grados en la relación con el pasado de la violencia en el País Vasco. Sin embargo, el otro lado aparece representado de manera hermética y oscura, es la sombra a la que ha de dar luz Toinoun tiene que iluminar. Es esa perspectiva la que posiciona ideológicamente el relato mostrar un colectivo sin escalar a los personajes que pueden estar incluidos en el todos bajo el mismo sesgo.
El mafioso protagonista nos ayuda a dibujar los tres espacios de coacción diferente: el de la mafia al que él pertenece, al del pasado de sus amigos como torturadores e integrantes del GAL, y al de la propia misión del protagonista. Por medio y en terreno de nadie quedamos el resto, la viuda, la escritora, y aquellas personas que buscan esclarecer la verdad por un bien común y no interesado, hay grados en la relación con el pasado de la violencia en el País Vasco. Sin embargo, el otro lado aparece representado de manera hermética y oscura, es la sombra a la que ha de dar luz Toinoun tiene que iluminar. Es esa perspectiva la que posiciona ideológicamente el relato mostrar un colectivo sin escalar a los personajes que pueden estar incluidos en el todos bajo el mismo sesgo.
En resumen Las oscuras manos del olvido es un relato duro y crudo sin
concesiones, realmente no apto para todos los públicos pero si para aquellos
que deseen afrontar ciertos aspectos del conflicto vasco, y de cómo la
violencia parece condenada a no desaparecer ya sea por activa o por pasiva, con
unos “héroes” que actúan como verdugos, y unos verdugos que han desaparecido en
esa gran sombra planteada por los autores. Una lectura densa y profunda recomendable
al 100%.
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