La reivindicación de lo histórico y lo
local parece estar de moda en un periodo en el que parece que nos dirigimos a
una macro unión de naciones, en ocasiones supeditada a la omnipresencia de Internet y una falsa desaparición de las
fronteras territoriales y culturales. Todo ello se contradice con un
resurgimiento de los movimientos soberanistas por todo el globo.
En gran o menor medida El último aragonés vivo (GP ediciones)
de David Terrer, Carlos Azagra y Encarna Revuelta nos habla de eso pero ubicado
en Aragón con la reivindicación de la esencia de lo aragonés a través de la
parodia. Pero El último aragonés vivo
no es una obra que empieza y se acaba en un solo cómic, los dos primeros
peldaños que construyen esta historia son dos cortometrajes que llevan el mismo
título. El primero, quizás el que recurre más al humor como parte esencial de
su construcción narrativa, es un video diario del protagonista narrando la
plaga que ha exterminado a todos los aragoneses de todo el mundo y que ha
convertido a Aragón en un territorio yermo.
En el segundo de los cortos con un
más presupuesto, nuestro superviviente cual Moisés en el desierto empieza su peregrinaje
con dos garrafas llenas de su semen para repoblar el mundo con aragoneses. En esta
segunda aventura se encuentra con otros dos hombres que han sobrevivido a la
plaga pero cuyas prioridades al igual que las de nuestro protagonista están totalmente
confundidas. De hecho resulta inquietante la idea de la cultura de un pueblo
puede transmitirse a través los genes y no de sus usos, costumbres, historia y
producción artística. Es en algunos aspectos sangrante en cuanto a lo
reduccionista.
El tercer peldaño del relato es el
cómic editado por GP Ediciones, que a nivel ideológico es mucho más interesante
que las dos anteriores entregas. El Adán aragonés ha llegado a Zaragoza y se ha
instalado en el Corte Ingles para llevar una vida más o menos acomodada, tal y
como hacen todos los supervivientes de un apocalipsis cuando encuentran un
centro comercial en el que instalarse, y se dedica a la mero día a día. Es
decir, este se conforma hasta que entran unos tanques del ejército francés capitaneados
por un descendiente de un alto mando que estuvo al frente de las tropas
represoras durante la invasión francés, un tal Rabenacq. Este viene a salvar la
honra de su antepasado porque resulta que ambos personajes están conectados históricamente.
En las páginas de El último aragonés vivo se establece un juego pasado-presente en el
que la recreación del pasado de la región es revisado en tono jocoso a través
de unos personajes ficticios que recorren la historia junto con personajes y
eventos reales. Esto es en esencia generar una mitología para una ficción basándose
en eventos reales y contextuales, dicho de otro modo, una ficción histórica usurpatoria
que no es más que un juego que es abordado de manera natural y en ocasiones
demasiado local.
El
último aragonés vivo
es un título, como muchos creados hoy día, destinados a fans o a aquellos que
les han gustado los cortos, para los seguidores de Azagra, para todos los
aragoneses y como no para todo aquel que quiera echarse unas risas, aunque como
he dicho antes en ocasiones demasiado local.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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