sábado, 11 de enero de 2014

Spain is Pain #158: Definiendo el devenir contemporáneo.


A lo largo de estos años que llevamos de crisis, algo que parece perenne, en el ámbito de los comics hemos visto como han ido creciendo ese tipo de obras que intentan analizar lo que está sucediendo y como hemos llegado a todo esto. En la primera entrega de esta sección, titulada, “de indignos e indignados”, hacia una pequeña aproximación a aquellas obras que de una manera u otra intentaban hacer un esbozo de la situación socioeconómica actual. Entre esos títulos se situaba una obra clave para ver, no solo lo que significaba vivir en una crisis, sino que hacia un análisis estético de nuestro background cultural a través del cual filtraba un examen cargado de acidez de nuestra sociedad, se trata de Fagocitosis (Glenat, 2011).

De los mismos autores de esa obra, Marcos Prior y Danide, llega ahora a las librerías Potlatch (Norma Editorial, 2013) una obra que nos habla de la contemporaneidad desde otro punto ángulo: el de las relaciones humanas. En este trabajo los autores utilizan como sujeto de pruebas a un personaje, Máximo, que sufre de una patología llamada hipertimesia por la cual tiene una memoria autobiográfica casi fotográfica. Máximo es la representación en carne y hueso de uno de los objetos icónicos de nuestra generación: los smartphones o las tabletas; aparatos que hacen de mediador de una vida simulada que nos permite tener una memoria total de nuestro pasado y del de otras personas. Sin embargo, a pesar de esa capacidad el protagonista tiene un gran hándicap: su incapacidad para comunicar y para ser percibido por el resto de la sociedad. Y es que por decirlo de alguna manera Máximo vive en realidad aumentada mientras que el resto de los mortales percibimos solo una pequeña parte de la realidad.
Esta obra establece ciertos paralelismos con El club de la lucha de Chuck Palahniuk, de hecho dentro del libro hay un par de referencias a la adaptación cinematográfica de este clásico contemporáneo, en el que el narrador de la obra es en esencia el mismo personaje que Máximo con la diferencia que el protagonista de Potlatch, en cierta manera, sí que ha conseguido la felicidad a través de la posesión de objetos. Existe cierto orgullo en su forma de comportarse  que transmite plenitud y seguridad, más por ser un conocedor del significado exacto que cada objeto tiene para él y saber en qué condiciones lo ha obtenido. Sin embargo, eso nos plantea una de las facetas de la vida de hoy día, el conocimiento intensivo y extensivo de las cosas que en distancias cortas es algo muy útil pero que en las distancias largas no deja de ser algo un tanto estéril.

Potlatch nos habla de la vida de un personaje el cual referencia su historia pasada a través de eventos globales y que es incapaz de establecer una relación, amistosa o amorosa, real lo cual le hacer recurrir, en cierta manera, al dato, al hecho (fact) o al evento verificable. Es decir, algo a lo que agarrarse, en cierta manera si este no fuese tan socialmente inepto sería un prescriptor en la sociedad de la web 2.0 (aunque para algunos ya estamos en la 3.0), pero todo el universo relacional que se plantea en torno al personaje es más bien una serie de elementos falsos en torno a los que este construye un simulacro de realidad: recuerdos del pasado, fragmentos de libros, informes, reality show o la gente que le rodea que está interesada en él solo en el aspecto material. La vida de Máximo está abocada al fracaso por no entender que controlar todos los aspectos teóricos e intentar manejar todos los parámetros no es suficiente para entender el día a día.

En cuanto al apartado gráfico sin ser tan apabullante como Fagocitosis es realmente notable. Quizás porque esta obra necesita una unidad estética más redonda para abordar una narrativa más cerrada que el trabajo anterior de estos autores. En cierta manera Potlatch mas allá de las referencias con la opera prima de Chuck Palahniuk es un relevo sobre las aspiraciones de la sociedad contemporánea. Si en El club de la lucha los hombres luchaban por recuperar su lugar en la historia, Potlatch plantea otra pregunta ¿Cuál es nuestro lugar en la sociedad? ¿Con que parámetros debemos movernos? y ¿hacia donde debemos dirigirnos?. No nos equivoquemos esta obra solo plantea las preguntas, no las responde, pero están ahí. Como debe ser.

                                                                                                                 @Mr_Miquelpg

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