A veces es grato, que digo, muy grato
volver a encontrar a autores que han sido referencia dentro del panorama
editorial español, y en el caso que hoy nos ocupa en una referencia
internacional. Estamos hablando de Martí, uno de los fundadores de El Víbora revista con la que se abriría una
de las épocas más gloriosas del cómic de nuestro país.
Cuando uno se encuentra con un volumen
de estas características puede suceder que se despierte la nostalgia, al menos
para los lectores que vivieron o que conocen la obra de este autor. Pero por
otro lado puede suceder que un estilo tan marcado y perteneciente a un momento
muy determinado de la historia tebeística del país, el nuevo lector pueda
quedar completamente desubicado de los parámetros estilísticos bajo los cuales
ese autor generó dichas dinámicas estéticas.
Todo esto viene a colación de la aparición
de Atajos (La Cúpula, 2013) de Martí,
un recopilatorio que podríamos denominar como de los mejores relatos cortos del
autor. Pero: ¿Qué nos ofrece la obra de Martí en este momento? En primer lugar
me sorprende lo moderno, o mejor dicho lo contemporáneo de su obra, esta no ha
perdido ni un ápice de calidad en el aspecto gráfico; es decir, al ser este un
cómic de un periodo muy determinado con un estilo muy definido, no es ni mucho
menos uno de esos casos en los que el paso del tiempo y las modas haya
perjudicado a su forma de entender lo gráfico como un concepto que va más allá
de la mera representación visual. Si bien, este volumen recoge obras cortas que
recorren más de 20 años de carrera: desde Monstruos
modernos (1979) hasta Calvario Hills
2 (2011).
Retomando el concepto de modernidad o
contemporaneidad, sorprenden aquellas obras que aparecieron en los 80 y
principios de los 90 en la que se hace patente cierta querencia por un realismo
oscuro muy focalizado en la crónica negra, la cual se ve realzada por una
estética de lo extraño y de lo ajeno, en definitiva: del otro.
El otro, el enemigo interior, el
conspirador, esa persona que está esperando a que te des la espalda para
apuñalarte. Pero en estas historias de Martí sucede una paradoja: el otro se
convierte en protagonista sin saberlo, contemplando su mundo desde una atalaya
de la normalidad que realmente no es. Así pues el autor convierte a los otros
en protagonistas, son seres denostados e incapaces de articular un discurso
conciliador con el resto de la humanidad, por lo que buscan otra vía para
buscar soluciones a sus problemas, vías que no son más que los atajos que dan
título a esta obra, y que por lo general pasan por eliminar su otro.
En esa erradicación se genera una
narrativa de lo crudo y lo áspero, de historias cuyas resoluciones nos son difíciles
de digerir, pero aun así suceden y se muestran ante nosotros alejadas del morbo.
Pero eso no hace que no dejen de ser una parábola de una sociedad que cada vez
tolera más ciertas formas de violencia vinculadas a las defensa del clan y de
los valores de este.
En ese sentido Martí sumerge al lector
primerizo en un universo de lo extraño de las emociones instintivas, aquellas
regidas por lo que llaman el cerebro reptil, que son acometidas por la lógica
personal de los protagonistas. En ese sentido el autor es un chef cuya materia
prima son: la muerte, la pasión, el odio y la sangre; y con esos ingredientes
tan desagradables nos obliga a convertirnos en crudívoros, a deglutir platos de
lo extraño y lo malsano.
Esta obra es lo que algunos dirían un
must have tanto para los que conocen al autor, ya que se trata de una
oportunidad única de tener esas historias cortas en un solo volumen; como para
aquellos que no lo conocen porque supone una perfecta introducción a uno de
nuestros autores más fundamentales. Sin embargo, y siempre pensando en los
lectores que se aproximan por primera vez a este autor falta una
contextualización de los relatos y un orden cronológico de los mismos que
ayuden a ver la evolución temática y gráfica de Martí.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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