A veces los premios si sirven para algo, como me ha sucedido con el
último premio a autor revelación del Salón del Cómic de Barcelona, concedido al
dibujante Oriol Hernández por su trabajo en el álbum La piel del oso, guionizador por el veterano Zidrou, un trabajador
conocido dentro del mercado de la bande
dessinée. El cómic ya había ganado varios premios en el terreno
francobelga, pero el reconocimiento en España seguro que ha ayudado a que muchos
lectores se acercaran a la obra de Zidrou y Oriol, que ya había llamado la
atención bastante desde su publicación.
Para comenzar no nos debemos engañar, ya que ante todo, La piel del oso es una obra enclaustrada
sin la más mínima duda en el género negro, más concretamente bajo la etiqueta
de las historias de gángsteres, y si queremos ponernos más exquisitos, podemos
señalar que el cómic bebe enormemente de la estética Hard Boiled, ya que todo está llevado al extremo más rudo y
estético, con criminales amantes de la sangre y chicos buenos a los que el lado
oscuro se les da demasiado bien, todo sin olvidar alguna que otra femme fatale y una prostituta de buen
corazón. Como es lógico, cualquier amante del género negro encontrará en La piel del oso una historia perfecta
que aúna los dos grandes tópicos: los sangrientos años 30 de la Gran Depresión
norteamericana y el gangster deslocalizado en la actualidad que trata de
sobrevivir rememorando sus glorias pasadas. Por si esto fuera poco, el guión de
Zidrou tiene un perfecto complemento en el dibujo de Oriol Hernández, ya que su
trazo recto y duro es tan eficaz para la violencia como para la ternura, sin
obviar el dinamismo que obtiene en cada viñeta, por muy estática que sea la
escena. La piel del oso demuestra que
el dibujante puede hacer mucho más que plasmar una idea escrita, otorgando
profundidad y matices a las palabras y las escenas.
Pero afortunadamente, la piel del
oso es mucho más que una obra de género, ya que la historia de Zidrou hace
lo mejor que se puede hacer con un género, pervertirlo hasta conseguir que los
mismos elementos repetidos hasta la saciedad adquieran un nuevo matiz o un
significado extra, en cierto sentido, Zidrou es capaz de conseguir un cubo de
siete caras, con el éxito añadido de lograr que no chirríe lo más mínimo.
Historias de venganza y redención hemos visto muchas, igual que relatos de
pérdida de la inocencia y amores imposibles, aunque sin duda pocos tan bien
estructurados y dosificados como La piel
del oso. La narración tiene lugar en dos tiempos: en la actualidad en
Italia, donde el adolescente Amadeo acude todos los días al hogar de Don
Palermo para leerle el horóscopo, esperando un mensaje oculto; y en la propia
juventud de Don Palermo, cuando simplemente era conocido simplemente como
Teofilio y estaba a las órdenes del mafioso local Don Pomodoro. Aunque claro,
el proceso de destrucción moral de Teofilio/Don Palermo se viene abajo cuando
se enamora de quien no debería. Ahí encontramos los mayores aciertos de La piel del oso, cuando el género se
utiliza para hablar de temas relegados al drama, como las relaciones amorosas o
el crecimiento, centrándose más Zidrou en el amor y la maduración que en la violencia.
Aunque claro está, la sangre no falta.
Al margen de los grandes aciertos, La
piel del oso esconde otros recursos más que interesantes, como el juego
metaliterario donde se cruzan la propia obra, Las uvas de la ira de John Steinbeck y la propia vida profesional
de Don Palermo. En resumen, nos encontramos ante una obra que merece ser tenida
muy en cuenta, ya que tanto el trabajo literario como artístico, e de Zidrou y
el de Oriol Hernández, se aúnan para crear una obra total, en la que de forma
perfecta convergen el entretenimiento y la reflexión, demostrando que el género
puede ser el refugio perfecto para las más importantes incógnitas sobre el ser
humano.
@bartofg
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