A principios de semana hice algo que
extrañamente no puedo hacer con toda la asiduidad que me gustaría,
me paseé tranquilamente por una tienda de cómic. Es más, me
permití hacer algo aún más raro en mis días actuales, observé
con detenimiento las novedades y salí del establecimiento con el
número 1 de una nueva colección. Lo que termina de rizar el rizo,
es que el cómic, un manga en este caso, era un total desconocido
para mí. En lugar de ver las novedades en Internet e ir a la tienda
a tiro hecho le dediqué tiempo y salí con un tomo cuya lectura
tenía un halo de misterio, ya que podía ser tanto una delicia como
una pérdida de tiempo y dinero.
Tratando como tratamos aquí el género
de horror, el tomo elegido no podía ser otro que el número 1 del
manga Hakaiju, obra de Shingo
Honda, ya que copaba bastante espacio en las estanterías de novedad
y su portada era como mínimo atrayente: un cúmulo de tentáculos
llenos de venas, dientes y garras, rematándolo todo un ojo de mirada
impávida. Tras asegurarme que el tomo era un número 1 de una
colección que no contaba con siete tomos en el mercado y que en
Japón no llevaban publicados 80 tomos, decidí llevármelo a casa
esperando simplemente de que en caso de que me gustara el manga no lo
cancelaran en España tres tomos antes de su final.
Una
vez en casa dejé el tomo de Hakaiju
sobre el escritorio y comencé a investigar un poco sobre Shingo
Honda. Lo único que descubrí es que supuestamente Hakaiju
era el manga de terror de moda en Japón, que su autor había
realizado con anterioridad un manga deportivo sobre ping-pong y que
compartía nombre con un joven jugador de baseball. Toda esta
información se añadía a la contraportada del manga, en la que se
me prometían monstruos, muchos monstruos alimentándose de
cadáveres. Así que a leer.
Hakaiju
cuenta de base con la mayoría de los aciertos del manga, así como
con la mayoría de las carencias. El trabajo de Shingo Honda se
podría incluir dentro de la producción más mainstream, aunque
cuenta con suficientes aciertos como para merecerse sacar la cabeza
un poco por arriba y ser reconocido por su nombre. Tanto el guión
como el dibujo no despuntan de primera. La trama presenta
originalidades dentro de una historia mil veces trillada. Los mangas
de catástrofes son muy comunes en Japón, entre los que se cuentan
grandes obras como Aula a la deriva
o Breakdown: Impacto,
ahora solo el tiempo dirá si Hakaiju
es capaz de impresionar tanto como para quedarse.
Quizás
lo mejor del primer tomo sea su principio, ya que en lugar de entrar
rápidamente en la historia de terror, Shingo Honda inicia una
historia de amor de instituto que casi podría reconocerse como una
parodia autoreferencial dentro del género. Tras este comienzo
postmoderno, la historia de Hakaiju
se convierte en una huida hacia delante sin tiempo para reflexionar y
con el ritmo perfectamente calculado.
El
dibujo de Shingo Honda desgraciadamente es irregular, variando desde
un manga impersonal hasta viñetas que son puro genio. Este problema
se le debería achacar quizás al sistema de producción japonés,
que no deja demasiado tiempo al autor para afinar su trabajo. En todo
caso, el trabajo artístico de Shingo Honda no llega en ningún
momento a convertirse en una molestia, siendo más una realización
correcta con momentos de pura lucidez.
En
resumen, Hakaiju es lo
que es pero mejor. El manga de Shingo Honda no es una obra de autor,
sino un trabajo concebido para el entretenimiento donde priman las
vísceras y la velocidad, eso sí, con una calidad muy superior a la
media. De momento le concederé a Hakaiju
el beneficio de la duda y seguiré con su segundo tomo, donde al
igual que la mayoría de los fans me limito a esperar más de lo
mismo pero con un trabajo más definido en el guión, ya que estas
historias son fáciles de comenzar pero mucho más difíciles de
continuar.
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