Con la llegada del otoño y un clima un tanto desapacible, oscuro y melancólico que mejor que visionar y leer Camino a la perdición. Este cómic fue reeditado recientemente por la editorial Panini dentro de su colección Panini Noir, como ya ocurriera con Una historia de violencia (John Wagner y Vince Locke) de la que ya hemos hablado con anterioridad en esta sección. Camino a la perdición es una obra imprescindible para aquellos que disfruten con los cómic de serie negra, Max Allan Collins y Richard Piers Rayner como cabezas más visibles hacen un estupendo trabajo reflejando la época de la Gran Depresión en Estados Unidos y las disputas entre gánster; donde el honor y la familia son claves para comprender el contexto histórico.
Como
en toda adaptación, las diferencias son significativas en cuanto a la obra
original, pero no dejan de ser un complemento para la misma historia que, en ambos
casos, se centran en la relación que se establece entre un padre y su hijo,
cuyas vidas, ya de por sí, están destinadas a permanecer unidas.
Sam
Mendes ha sabido darle a esta obra todos los alicientes para convertirla en una
pieza magistral donde la fotografía, la composición, los movimientos de cámara
y la narrativa destilan cine negro a raudales, es una de esas cintas que gustan
a los sentidos, casi un poema visual; con un tempo pausado pero continuo y unos
diálogos justos y precisos que ayudan a centrarnos aún más en el preciosismo
del conjunto con numerables escenas de esas que formarán parte de la historia
del cine. La banda sonora de Thomas Newman adquiere un papel relevante y llena
los enormes silencios que se establecen entre padre, Michael Sullivan, e hijo, Michael
Sullivan Jr. a la vez que complementa la atmósfera angustiosa y oscura del
film.
Las
interpretaciones no son menos dentro de la película con un Tom Hanks a la
altura del mismísimo Paul Newman, la otra relación paterno-filial entre el amor
y la venganza, a la que se le suma el hijo bastardo Daniel Craig y el personaje
del asesino a sueldo de Jude Law, éste
no aparece en el cómic pero no por ello deja de ser peculiar e interesante e
introduce una variante de la fotografía post morten vía asesinato por entramado
del ajuste de cuentas entre gánsters. Por poner alguna objeción al film,
posiblemente el final se presenta predecible pero al estar rodado de una forma
tan sublime y hermosa y con un mensaje tan claro, en última instancia, el
conjunto pesa más que los pequeños defectos.
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