martes, 2 de octubre de 2012

La crítica del dibujante: Yo, Vampiro

YO, VAMPIRO: AMOR IMPURO
ECC/DC
13,95 euros
144 págs.

Sinopsis:

Nubes oscuras se ciernen sobre la humanidad bajo un cielo rojo escarlata, y solo Andrew Bennet conoce la causa de semejante amenaza: Mary, la Reina de Sangre, ha creado un ejército de vampiros con el que planea poner fin a siglos de vida en la oscuridad para su especie. Se avecina una guerra ideológica entre el discurso integrador de Andrew y el enfrentamiento directo de Mary, y los humanos son poco más que simple carnaza.


Es posible que el título de este tomo repela a los amantes del mainstream o a cualquiera con un mínimo de pudor frente a las últimas muestras de vampirismo mediático y/o literario (léase Crepúsculo, para más señas, no hay más culpable que éste). Nada más lejos de la verdad; en cuanto se hojea un poco el ejemplar puede adivinarse que el centenario Andrew Bennett sufre poco de vampirismo new age. Más cercano a Stoker que a Meyer, a Whedon que a Burton, Yo, Vampiro intenta encajar la existencia de estos violentos seres en un universo lleno de metahumanos y maestros de la magia. 

Joshua Hale Fialkov (Echoes, Elk´s Run), en su primera colaboración con DC, nos presenta el oculto universo vampírico de las New 52 bajo un paisaje oscuro, cuasiapocalíptico, muy lejano de los coloristas escenarios de JLDark, Animal Man o Swamp Thing. Su protagonista, el vampiro Andrew Bennett, se alza como justiciero cazavampiros (a falta de una mejor definición) frente a un ejército de los "suyos". No le faltará ayuda en forma de eventuales sidekicks (nadie es permanente en este oficio) e invitados especiales, como Constantine o el propio Batman, en la ya manida fórmula de cruce de colecciones para atraer al lector, aunque luego estas apariciones no pasen de la simple curiosidad y terminen por no afectar al argumento general de ninguna de las series afectadas. 

Por citar otras referencias, el guión de Yo, Vampiro tiene, en su primera lectura, cierto regusto a los juegos argumentísticos de Eric Kripké (Sobrenatural, Revolution) y al toma y daca entre personajes del anteriormente citado Joss Whedon (Buffy: The Vampire Slayer), además de ciertas trazas de la televisiva Dark Shadows en su pareja de protagonistas; aunque de eso tiene la culpa la serie original de DeMatteis (publicada entre 1981-1983), con la que comparte origen. Más allá de considerar esto una tara, puede convertirse en su principal atractivo para aquellos que gusten de este tipo de historias. 


Pasando ya al atrayente visual, nos encontramos con el dibujo de Andrea Sorrentino (God of War, X-Files) y el color de Marcelo Maiolo (Red Sonja, Demon Knights) en los seis números contenidos en este tomo ¿qué decir sobre ellos? Un dibujo correcto, de corte realista y no exento de seriedad, con fuertes cargas de negro propias del claroscuro, donde el color, lúgubre en su mayoría y ligeramente salpicado de texturas, acompaña perfectamente. Un trabajo de libro, sin más atractivo que el de respetar el ambiente en el que se mueve y a veces lucirse en composiciones a doble página, con la pobre excusa que tiene un cómic de mostrar buenas ilustraciones cuando es la narrativa lo que importa. 

Si queréis buscar un referente visual básico para esta serie, lo tenéis en Tim Bradstreet y sus acercamientos al rol de corte nosferático. Para muestra, un botón.

1 comentario:

  1. Y se titula igual que otra historia clásica de Carlos Trillo y Eduardo Risso, ¿o será cuestión de traducciones?

    Saludos

    J.

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