martes, 14 de enero de 2014

Los informes del MI-13 #6: La última polémica de Alan Moore



Super-héroes: ¿cuentos de hadas o historias gráficas para adultos?

Hace unos meses, unas peculiares declaraciones de Alan Moore dieron, una vez más, mucho de lo que hablar. En ellas, el icónico escritor manifestó su desagrado hacia el género de super-héroes, básicamente por tratarse de un género corrupto que se ha alejado completamente de su idiosincrasia original, ya que antes estaba dirigido a niños y adolescentes, y ahora a plenos adultos que lo disfrutan igual o más que los niños de antaño. Llega incluso a sugerir que dichos lectores actuales del género podrían calificarse como “emocionalmente retrasados en cierto modo”.

Más allá del debate sobre apoyar o no tales declaraciones, este comentario me ha incitado a reflexionar sobre el género literario de super-héroes y en su evolución (¡y ya que Alan Moore es tanto inglés como brujo, entra perfectamente dentro de mis competencias como espía del MI-13!).

Lo primero que no puedo evitar es evaluar la opinión del señor Moore acerca de la finalidad original del mundo del cómic super-heróico, ya que eso de que estaba enfocado exclusivamente al público infantil, hecho que en su opinión era lo que le daba sentido, es altamente discutible, y completamente incierto en muchísimos aspectos. De hecho, los cómics de super-héroes siempre han sido presentados como “historias gráficas para adultos”, haciendo honor a los enunciados de Ediciones Vértice allá por los 60. Pero, aún siendo cierto, ¿por qué negar el cambio?

¿Cuántos años tiene dicho género literario? ¿80? ¿Qué género literario o cinematográfico, de cualquier tipo, no evoluciona o cambia en 80 años? ¿Acaso algo solo es válido si se mantiene firme e impasible ante el paso del tiempo, sin evolucionar ni un ápice? Obviamente, del Nosferatu de 1922 a la saga de Pesadillas en Elm Street hay un salto enorme, una evolución y casi redefinición completa del género de terror. ¿Significa eso que dicho género hoy en día no tenga sentido ni que sea aceptable? Es lógico que en 80 años un género evolucione en lugar de estancarse. Es un proceso natural, adaptarse o morir, algo muy simple de entender. Y ya no solo por el hecho de adaptarse a los tiempos y los lectores por mantener las ventas, sino porque el cambio y la evolución son inevitables.
Los tiempos han cambiado mucho, y el género de los super-héroes siempre ha estado ligado a la política y la sociedad de su momento. Lógico que con el cambio de la sociedad y la política el género evolucione y se expanda. ¿O deberíamos negar la inclusión de personajes homosexuales o de color como protagonistas en el mismo?

Es natural que el género se expanda más allá del público adolescente. Y, como digo, ya no solo por el hecho de mantener y mejorar las ventas a través de la ampliación del público y los mercados. Es algo intrínseco en las necesidades propias de los artistas que elaboran el género. Lo que tu mente demanda con 20 años no es lo mismo que demanda con 60. Es lógico que un autor de 60 años quiera ofrecer historias más adultas y profundas que un autor de 24, que se centrará en la espectacularidad, el morbo y la diversión. Y es lógico que, al igual que ocurre absolutamente con todo, ese desarrollo emocional y humano que acompaña al autor se vea reflejada en su obra. Y ya no es solo hablar de mentalidad singular, es hablar de mentalidad colectiva. Porque en sus inicios, el cine no ofrecía historias tan profundas sobre lo más oscuro del ser humano, como hace ahora. Y la literatura tampoco.

Y es que, a pesar de todo, y dándole al señor Moore el beneficio de la duda, hoy en día, eso de que el cómic super-héroico se orienta hacia adultos “emocionalmente retrasados” en lugar de a niños de 12 años tampoco es verdad, en absoluto. Precisamente, el mundo del cómic ofrece historias para todas las edades. Y ya no solo por lo que ofrece cada editorial, sino dentro de las mismas. Hay series orientadas al público adulto, y otras al público más joven. Desde las simples, idealistas y épicas historias de Los Vengadores, Spider-Man o La Liga de la Justicia, que inspiran a los más jóvenes a luchar contra el mal en el nombre del bien, hasta historias más oscuras y realistas sobre la naturaleza múltiple del ser humano, sobre la maldad del mundo y la relatividad del bien y el mal, historias que encuentras en El Castigador, X-Men o Batman. ¡Hay incluso líneas exclusivas para cada categoría del público dentro de las propias editoriales!

¿Cómo realizar una crítica tan simple y sumamente generalizadora? Alguien tan leído como Alan Moore, y tan sabio a su edad, debería poder ofrecer reflexiones más profundas, justas y equilibradas, al menos en mi opinión. Y no quiero convertir esta reflexión en una crítica destructiva hacia el señor Moore, sino en una crítica constructiva (lo máximo posible) hacia sus opiniones en concreto en dicho artículo. Mostraría mi descontento hacia ellas sin importarme lo más mínimo el autor. Creo que son opiniones cargadas de miles de matices muy discutibles y de pretendidas verdades a medias que pueden ponerse en duda, y, como ser humano, eso estoy haciendo.

Es cierto que las historias que el cómic de super-héroes ofrecía en los 40 no se parecen mucho a las que ofrece hoy, y que el público es mucho más amplio. Pero no creo que eso convierta a los adultos que leen el género en emocionalmente retrasados, ni creo que el género haya perdido el norte por ello. Creo que el género ha crecido, y con ello mejorado, al igual que todo en la vida. Y al fin y al cabo, los grandes clásicos siempre estarán ahí, como una máquina del tiempo que nos permite viajar y ver lo que fue, y aprender de ello para hacer mejores historias en un futuro. No creo que decir “Juego de Tronos no es género fantástico porque se aleja de lo que es El Señor de los Anillos” sea la mejor postura ante la evolución del género, ni tampoco el juicio más acertado.

Cierto es que habrá aspectos de los cómics clásicos, aspectos sobre su carácter y lo que ofrecían que en gran parte se hayan perdido, y ello suponga una decepción en muchos aspectos para muchos de los lectores. Pero al igual, hay aspectos y personalidades nuevos mucho más enriquecedores que nos son ofrecidas hoy en día y con los que los lectores de antaño no podían ni soñar.

Personalmente, no niego que yo pueda ser emocionalmente retrasado, me lo dicen mucho. Pero idioteces a parte, prefiero la versión de las historias gráficas para adultos que la de los cuentos de hadas. ¡Los adultos también tienen derecho a soñar!

Eso ha sido todo por hoy. ¡Nos leemos!

P.D: aquí os dejo las declaraciones por si queréis leerlas.




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