Super-héroes: ¿cuentos de hadas o historias gráficas para adultos?
Hace unos meses, unas peculiares
declaraciones de Alan Moore dieron, una vez más, mucho de lo que hablar. En
ellas, el icónico escritor manifestó su desagrado hacia el género de
super-héroes, básicamente por tratarse de un género corrupto que se ha alejado completamente
de su idiosincrasia original, ya que antes estaba dirigido a niños y
adolescentes, y ahora a plenos adultos que lo disfrutan igual o más que los
niños de antaño. Llega incluso a sugerir que dichos lectores actuales del
género podrían calificarse como “emocionalmente retrasados en cierto modo”.
Más allá del debate sobre apoyar
o no tales declaraciones, este comentario me ha incitado a reflexionar sobre el
género literario de super-héroes y en su evolución (¡y ya que Alan Moore es
tanto inglés como brujo, entra perfectamente dentro de mis competencias como
espía del MI-13!).
Lo primero que no puedo evitar es
evaluar la opinión del señor Moore acerca de la finalidad original del mundo
del cómic super-heróico, ya que eso de que estaba enfocado exclusivamente al
público infantil, hecho que en su opinión era lo que le daba sentido, es
altamente discutible, y completamente incierto en muchísimos aspectos. De
hecho, los cómics de super-héroes siempre han sido presentados como “historias
gráficas para adultos”, haciendo honor a los enunciados de Ediciones Vértice
allá por los 60. Pero, aún siendo cierto, ¿por qué negar el cambio?
¿Cuántos años tiene dicho género
literario? ¿80? ¿Qué género literario o cinematográfico, de cualquier tipo, no
evoluciona o cambia en 80 años? ¿Acaso algo solo es válido si se mantiene firme
e impasible ante el paso del tiempo, sin evolucionar ni un ápice? Obviamente,
del Nosferatu de 1922 a la saga de Pesadillas en Elm Street hay un salto
enorme, una evolución y casi redefinición completa del género de terror.
¿Significa eso que dicho género hoy en día no tenga sentido ni que sea
aceptable? Es lógico que en 80 años un género evolucione en lugar de estancarse.
Es un proceso natural, adaptarse o morir, algo muy simple de entender. Y ya no
solo por el hecho de adaptarse a los tiempos y los lectores por mantener las
ventas, sino porque el cambio y la evolución son inevitables.
Los tiempos han cambiado mucho, y
el género de los super-héroes siempre ha estado ligado a la política y la
sociedad de su momento. Lógico que con el cambio de la sociedad y la política
el género evolucione y se expanda. ¿O deberíamos negar la inclusión de
personajes homosexuales o de color como protagonistas en el mismo?
Es natural que el género se
expanda más allá del público adolescente. Y, como digo, ya no solo por el hecho
de mantener y mejorar las ventas a través de la ampliación del público y los
mercados. Es algo intrínseco en las necesidades propias de los artistas que
elaboran el género. Lo que tu mente demanda con 20 años no es lo mismo que
demanda con 60. Es lógico que un autor de 60 años quiera ofrecer historias más
adultas y profundas que un autor de 24, que se centrará en la espectacularidad,
el morbo y la diversión. Y es lógico que, al igual que ocurre absolutamente con
todo, ese desarrollo emocional y humano que acompaña al autor se vea reflejada
en su obra. Y ya no es solo hablar de mentalidad singular, es hablar de
mentalidad colectiva. Porque en sus inicios, el cine no ofrecía historias tan
profundas sobre lo más oscuro del ser humano, como hace ahora. Y la literatura
tampoco.
Y es que, a pesar de todo, y
dándole al señor Moore el beneficio de la duda, hoy en día, eso de que el cómic
super-héroico se orienta hacia adultos “emocionalmente retrasados” en lugar de
a niños de 12 años tampoco es verdad, en absoluto. Precisamente, el mundo del
cómic ofrece historias para todas las edades. Y ya no solo por lo que ofrece
cada editorial, sino dentro de las mismas. Hay series orientadas al público
adulto, y otras al público más joven. Desde las simples, idealistas y épicas
historias de Los Vengadores, Spider-Man o La Liga de la Justicia, que inspiran
a los más jóvenes a luchar contra el mal en el nombre del bien, hasta historias
más oscuras y realistas sobre la naturaleza múltiple del ser humano, sobre la
maldad del mundo y la relatividad del bien y el mal, historias que encuentras
en El Castigador, X-Men o Batman. ¡Hay incluso líneas exclusivas para cada
categoría del público dentro de las propias editoriales!
¿Cómo realizar una crítica tan
simple y sumamente generalizadora? Alguien tan leído como Alan Moore, y tan
sabio a su edad, debería poder ofrecer reflexiones más profundas, justas y
equilibradas, al menos en mi opinión. Y no quiero convertir esta reflexión en
una crítica destructiva hacia el señor Moore, sino en una crítica constructiva
(lo máximo posible) hacia sus opiniones en concreto en dicho artículo.
Mostraría mi descontento hacia ellas sin importarme lo más mínimo el autor.
Creo que son opiniones cargadas de miles de matices muy discutibles y de
pretendidas verdades a medias que pueden ponerse en duda, y, como ser humano,
eso estoy haciendo.
Es cierto que las historias que
el cómic de super-héroes ofrecía en los 40 no se parecen mucho a las que ofrece
hoy, y que el público es mucho más amplio. Pero no creo que eso convierta a los
adultos que leen el género en emocionalmente retrasados, ni creo que el género
haya perdido el norte por ello. Creo que el género ha crecido, y con ello
mejorado, al igual que todo en la vida. Y al fin y al cabo, los grandes
clásicos siempre estarán ahí, como una máquina del tiempo que nos permite
viajar y ver lo que fue, y aprender de ello para hacer mejores historias en un
futuro. No creo que decir “Juego de Tronos no es género fantástico porque se
aleja de lo que es El Señor de los Anillos” sea la mejor postura ante la
evolución del género, ni tampoco el juicio más acertado.
Cierto es que habrá aspectos de
los cómics clásicos, aspectos sobre su carácter y lo que ofrecían que en gran
parte se hayan perdido, y ello suponga una decepción en muchos aspectos para
muchos de los lectores. Pero al igual, hay aspectos y personalidades nuevos
mucho más enriquecedores que nos son ofrecidas hoy en día y con los que los
lectores de antaño no podían ni soñar.
Personalmente, no niego que yo
pueda ser emocionalmente retrasado, me lo dicen mucho. Pero idioteces a parte,
prefiero la versión de las historias gráficas para adultos que la de los
cuentos de hadas. ¡Los adultos también tienen derecho a soñar!
Eso ha sido todo por hoy. ¡Nos
leemos!
P.D: aquí os dejo las
declaraciones por si queréis leerlas.
http://robot6.comicbookresources.com/2013/11/quote-of-the-day-alan-moore-on-superhero-comics-fandom/
No hay comentarios:
Publicar un comentario