Lars Ole
Saurberg nos muestra en un pequeño esquema al que llama El paréntesis Gutenberg
como hemos llegado a una segunda oralidad a través de la tecnología en lo que
ha denominado como el periodo postparentético (el periodo preparentético va
desde las primeras manifestaciones artísticas y culturales de la humanidad
hasta la llegada de la imprenta a occidente, y El paréntesis Gutenberg abarca
desde el 1500 al 2000). Este teórico, y los que apoyan sus tesis hablan de un
fin de la cultura del libro tal y como la conocemos, no del libro en sí mismo,
esto se debe a que con la llegada de las nuevas tecnologías, que dan pie a esa segunda
oralidad, el lector/espectador/usuario puede, y podríamos decir que tiene la
obligación, de intervenir obras originales creadas por autores reconocibles.
Dicho de otra forma desde hace una década estamos viendo técnicas como el sampleo,
el remixado, el préstamo, el rediseño, la apropiación o la recontextualización;
no son prácticas de carácter elitista llevadas a cabo por otros artistas que
buscan hacer críticas y lecturas de carácter críptico.
Eso no supone
en ningún caso una vulgarización del arte sino una inmersión indiscriminada en
la cultura de la imagen sin ningún tipo de filtro. Una imagen tiene el mismo
valor que otra y el valor icónico de una imagen actual puede ser superior a la
de una obra clásica de la pintura (sino véase la importancia del meme en la
cultura digital). Eso es lo que creo que les sucede a los dos personajes
protagonistas de White Cube (Fulgencio
Pimentel/Entrecomics Comics, 2013) de Brecht Vandenbrocke una especie de Dupond
et Dupont de la imagen que no del arte, aunque podemos hacer una lectura de
esta obra como una crítica al mundo del arte contemporáneo, la mercantilización
y la sublimación de cualquier tipo de actividad periférica al arte como tal.
En mi opinión
se trata de una obra más compleja que esa simple crítica, el gag cómico de una
o dos páginas disfraza una lectura que nos habla de la compleja relación que
mantenemos con el arte, tanto el clásico como el contemporáneo. Por un lado
está el respeto y la admiración de la obra, por otro el irrefrenable impulso de
intervenir sobre esta. Si bien la gran mayoría de los mortales nos debemos
limitar a hacerlo mediante cualquier programa de retoque de imagen, nuestros
Dupond et Dupont particulares llevan su expresión artística hasta las últimas
consecuencias, no pueden evitar llevar a cabo cualquiera de las prácticas
mencionadas anteriormente desde el rediseño con el David de Miguel Ángel, la recontextualización cuando le compran una
obra a una autora para dejarla al lado de un contenedor de la basura o el
préstamo de La danza de Matisse
abordad por los dos protagonistas.
Se trata pues
de una obra rica que hace de nexo de unión de dos épocas muy diferentes: la de
la autoría y la de la poliautoría. Entendida esta segunda como una
participación global en la que el espectador cierra la obra, no a nivel intelectual
tal y como Eco enunciaba sino interviniendo directamente sobre esta. Es decir,
este título pone de manifiesto distintas concepciones a la hora de entender y
disfrutar el arte; aunque se necesita de cierto nivel de compresión no solo del
arte clásico y contemporáneo, sino también de ese humor cabrón y subterráneo
que tiene en internet su base de operaciones y que muchas veces no es entendido
ni como una forma de cultura.
Los guiños de Vandenbroucke con las obras y los artistas son brillantes, sin embargo, hay dos que me parecen que están por encima del resto, el que hacen a Matta Clark, que acaba con uno de los personajes rompiendo la página y por otro la banalización de la performance La artista está presente de Marina Abramovic. En definitiva una obra disfrutable al 100% que se puede leer tranquilamente en un periodo largo de tiempo o hacer relecturas cada cierto tiempo, a lo que hay que sumarle la bellísima y cuidadísima edición llevada a cabo por Fulgencio Pimentel y Entrecomics Comics, y es que cuando se juntan esas dos editoriales….
@Mr_Miquelpg
Los guiños de Vandenbroucke con las obras y los artistas son brillantes, sin embargo, hay dos que me parecen que están por encima del resto, el que hacen a Matta Clark, que acaba con uno de los personajes rompiendo la página y por otro la banalización de la performance La artista está presente de Marina Abramovic. En definitiva una obra disfrutable al 100% que se puede leer tranquilamente en un periodo largo de tiempo o hacer relecturas cada cierto tiempo, a lo que hay que sumarle la bellísima y cuidadísima edición llevada a cabo por Fulgencio Pimentel y Entrecomics Comics, y es que cuando se juntan esas dos editoriales….
@Mr_Miquelpg
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