miércoles, 25 de septiembre de 2013

Sesión Numerada #26 The Toxic Avenger (1984). Welcome to Tromaville!

El Vengador Tóxico es parte indiscutible e incluso imagen de marca de la casa Troma, productora y distribuidora independiente encabezada por Michael Herz y Lloyd Kaufman que tiene al cine bizarro de serie Z como su máximo exponente. El sexo, la violencia y la sangre, en su vertiente cómica, son las características que pueden definir el estilo de esta compañía, unido  a toques de ingenio y algunas que otras escenas grabadas de forma peculiar con un estilo propio indiscutible.

El Vengador Tóxico cuenta con varias secuelas, un cómic editado por Marvel en 1991, una serie de televisión animada llamada Toxic Crusaders en un tono más light para los niños y hasta un musical: The Toxic Avenger: The Musical! que se realizó con motivo de su 25 aniversario.



En su momento, 1984, e incluso a día de hoy, en menor medida, El Vengador Tóxico podría estar catalogado como no cine, es decir, como un atentado a lo que el público en general puede entender como una película de calidad y es ahí donde reside el encanto de la misma, en la exageración, lo bizarro, lo cutre y lo patético. Y puedo afirmar que a día de hoy esta cinta no es tan descabellada porque cosas mucho peores se pueden encontrar en  Youtube, grabaciones de grupos de amigos con menor calidad, tanto artística como humorística.

La idea de la que parte el film es bien sencilla, Tromaville es una pequeña ciudad de New Yersey, la eterna marginada a la sombra de New York, en la que se almacenan residuos tóxicos con total libertad. El gimnasio de la localidad es el punto de partida de la historia y su empleado de la limpieza, Melvin, el protagonista de la misma, un chico con cierta deficiencia mental y con un careto de paleto que se convierte en el hazmerreir de la comunidad que frecuenta el gimnasio y al mismo tiempo estos son el foco de la sátira y la crítica de la película, personajes que solo se preocupan por el físico, las drogas y fiesta continua. A ellos se le suma el gordo seboso del alcalde que es un corrupto sin freno (muy en la onda de nuestra actual política) y el jefe de la policía, un idiota con toques nazis.



Melvin,  huyendo de una broma de los chicos del gimnasio, cae en una barril de residuos radioactivos ataviado con un tutú rosa, y se convierte en un monstruo horrendo tras sufrir una serie de mutaciones pero con una fuerza descomunal con la que intenta acabar con la corrupción, los delincuentes y demás personajes malvados de la comunidad.  Las escenas de en las que el monstruo entra en acción son la mar de divertidas y originales, desde meter a una mujer enana en una lavadora para después pasar a la sesión de planchado, hasta acabar con unos atracadores en un restaurante haciendo de ellos el plato estrella de la casa. La caspa, la sangre en bote, los efectos especiales de andar por casa, las persecuciones y la propia historia de amor entre una ciega y el monstruo, sexo incluido, la convierten en una desternillante combinación que se supera a cada momento que pasa, los gags y chistes se suceden sin ton ni son lo que provoca que no puedas de dejar de verla. Probablemente falle el final, demasiado rápido y light en comparación con el resto de la cinta.


Y ya por último y como colofón mencionar que se está trabajando en el remake de El Vengador Tóxico y suenan nombres como Arnold Schwarzenegger, motivo que le aporta más valor de culto a esta película. 

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