Se podría decir que en los
últimos años muchos autores se han empeñado en hacer una revisión histórica del
terror gótico más clásico. Evidentemente esto no es para nada nuevo, nada que
no hicieran ya autores como Richard Matheson o Stephen King hace ya algunas
décadas. Pero como es lógico, hasta que algo no se hace masivo no vive ningún
revival a ojos de la sociedad. Del mismo modo que Canción de hielo y fuego ha revitalizado la savia de los amantes de
la fantasía épica, American Horror Story
ha vuelto a traer al primer plano las casas encantadas. De poco importa que se
queden en el olvido clásicos como Conan
o Horror en Amityville. Aunque esto
es más culpa de los autodenominados expertos en cultura popular que de los
creadores y el público, ya que a fin de cuentas, lo único que importa es que
una obra esté bien realizada y pueda ser disfrutada.
Esto es lo que sucede
precisamente con la miniserie realizada por Steve Niles y Glenn Fabry, titulada
Lot 13, y editada en nuestro país con
el subtitulo de Terreno maldito.
Steve Niles es uno de los guionistas de terror más prolíficos en la actualidad,
ya que desde publicó 30 días de oscuridad
en el año 2002 no ha parado de guionizar cómics de terror, un género en el que
ya había realizado unas cuantas obras durante la década anterior. Por su parte,
Glenn Fabry es un autor tan conocido como personal dentro del mainstream
anglosajón, dueño de un estilo particular que compagina de forma perfecta el
rigor anatómico con las deformidades más inimaginables, algo que lo hace
perfecto para las obras de horror. La única pega, desde mi punto de vista, de
los autores de Lot 13 es el color de
Adam Brown, pues se ha optado por no entintar el lápiz y aplicar el color
directamente, algo que muchas veces da apariencia de trabajo a medio terminar,
aunque como es lógico esto no es más que una apreciación personal.
¿Pero que es Lot 13? Pues una historia tan sencilla
como eficaz, tanto es así que se podría considerar perfectamente una temporada
más dentro de la serie American Horror
Story, pues su principio es el mismo, común en tantas obras de terror
gótico, la tierra que es incapaz de olvidar y atesora todo el mal que ha
sucedido en ella. Resumiendo mucho nos encontramos con una familia que debe
pasar una noche fuera de casa y termina alquilando unas habitaciones en un
edificio de apartamentos, siendo como es lógico la peor decisión de sus vidas.
Sin embargo, tras esta sencillez, que no simpleza, Steve Niles sabe colocar muy
bien las piezas, para después hacerlas funcionar. Con este fin, el guionista se
vale de la herramienta más poderosa del terror, la empatía, haciéndonos
partícipes de los sentimientos y sensaciones de las víctimas; que como sucede
en el género actualmente se encuentran tanto a un lado como al otro de la
muerte. En este sentido asistimos al encierro de la familia y a la peripecia
posterior en la que se intenta tanto sobrevivir como desentrañar los sucesos
que originaron toda la maldad, todo, como es lógico, con su final por todo lo
alto.
Steve Niles crea un armazón
perfecto, siempre dentro de la estructura más pura del género pero sabiendo
rellenar los huecos que quedan para el autor. Pero si en algún lugar de Lot 13 habita el verdadero horror es en
los dibujos de Glenn Fabry. El dibujante británico no hace ninguna concesión,
todo está dibujado buscando la perfección en las proporciones, aunque hablemos
de cabezas destrozadas o monstruos de sangre y gusanos. Lot 13 es una lectura para una madrugada solitaria, a poder ser sin
música, en la que el cómic se debe leer de un tirón, para adentrarnos en los
miedos de una familia que sólo buscan un nuevo comienzo y las sombras de una
tierra mancillada con la maldad humana y quizás otra cosa.
@bartofg
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