jueves, 8 de agosto de 2013

El sótano del primo Barto: Una noche, sólo una noche


Se podría decir que en los últimos años muchos autores se han empeñado en hacer una revisión histórica del terror gótico más clásico. Evidentemente esto no es para nada nuevo, nada que no hicieran ya autores como Richard Matheson o Stephen King hace ya algunas décadas. Pero como es lógico, hasta que algo no se hace masivo no vive ningún revival a ojos de la sociedad. Del mismo modo que Canción de hielo y fuego ha revitalizado la savia de los amantes de la fantasía épica, American Horror Story ha vuelto a traer al primer plano las casas encantadas. De poco importa que se queden en el olvido clásicos como Conan o Horror en Amityville. Aunque esto es más culpa de los autodenominados expertos en cultura popular que de los creadores y el público, ya que a fin de cuentas, lo único que importa es que una obra esté bien realizada y pueda ser disfrutada.

Esto es lo que sucede precisamente con la miniserie realizada por Steve Niles y Glenn Fabry, titulada Lot 13, y editada en nuestro país con el subtitulo de Terreno maldito. Steve Niles es uno de los guionistas de terror más prolíficos en la actualidad, ya que desde publicó 30 días de oscuridad en el año 2002 no ha parado de guionizar cómics de terror, un género en el que ya había realizado unas cuantas obras durante la década anterior. Por su parte, Glenn Fabry es un autor tan conocido como personal dentro del mainstream anglosajón, dueño de un estilo particular que compagina de forma perfecta el rigor anatómico con las deformidades más inimaginables, algo que lo hace perfecto para las obras de horror. La única pega, desde mi punto de vista, de los autores de Lot 13 es el color de Adam Brown, pues se ha optado por no entintar el lápiz y aplicar el color directamente, algo que muchas veces da apariencia de trabajo a medio terminar, aunque como es lógico esto no es más que una apreciación personal.

¿Pero que es Lot 13? Pues una historia tan sencilla como eficaz, tanto es así que se podría considerar perfectamente una temporada más dentro de la serie American Horror Story, pues su principio es el mismo, común en tantas obras de terror gótico, la tierra que es incapaz de olvidar y atesora todo el mal que ha sucedido en ella. Resumiendo mucho nos encontramos con una familia que debe pasar una noche fuera de casa y termina alquilando unas habitaciones en un edificio de apartamentos, siendo como es lógico la peor decisión de sus vidas. Sin embargo, tras esta sencillez, que no simpleza, Steve Niles sabe colocar muy bien las piezas, para después hacerlas funcionar. Con este fin, el guionista se vale de la herramienta más poderosa del terror, la empatía, haciéndonos partícipes de los sentimientos y sensaciones de las víctimas; que como sucede en el género actualmente se encuentran tanto a un lado como al otro de la muerte. En este sentido asistimos al encierro de la familia y a la peripecia posterior en la que se intenta tanto sobrevivir como desentrañar los sucesos que originaron toda la maldad, todo, como es lógico, con su final por todo lo alto.

Steve Niles crea un armazón perfecto, siempre dentro de la estructura más pura del género pero sabiendo rellenar los huecos que quedan para el autor. Pero si en algún lugar de Lot 13 habita el verdadero horror es en los dibujos de Glenn Fabry. El dibujante británico no hace ninguna concesión, todo está dibujado buscando la perfección en las proporciones, aunque hablemos de cabezas destrozadas o monstruos de sangre y gusanos. Lot 13 es una lectura para una madrugada solitaria, a poder ser sin música, en la que el cómic se debe leer de un tirón, para adentrarnos en los miedos de una familia que sólo buscan un nuevo comienzo y las sombras de una tierra mancillada con la maldad humana y quizás otra cosa.


@bartofg

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