jueves, 18 de abril de 2013

El sótano del primo Barto: Haz el bien y no mires a quién


En una de sus primeras intervenciones, el Papa Francisco I criticó duramente el relativismo en el que se encuentra nuestra sociedad, un relativismo que muchas veces elimina los polos opuestos del bien y del mal, colocando todos los actos en una estructura donde todos los puntos están a la misma distancia, con lo que nada puede ser tachado ni de bueno ni de malo. Evidentemente, esta declaración se difumina por si misma en el propio relativismo social, ya que muchos criticarán que la afirmación de Francisco I se basa en una visión judeocristiana del mundo y no en una moral objetiva, la cual muchos defenderán que no existe, con lo que el relativismo coge dichas palabras y las dispersa en un universo neutro. No existe el bien, no existe el mal, no existe Dios, no existe el diablo.

Pero todos sabemos que el mal si existe, y quizás no sea comer durante el Ramadán, engañar a tu novia o copiar en un examen, quizás eso sean diversos tipos de males personales, los cuales pueden ser discutidos y debatidos; pero el mal está hay, rodeándonos, y muchas veces, aunque no queramos, aunque nuestros gestos sean buenos, morales y ejemplarizantes, muchas veces, terminamos alimentando al mal. Y esto es básicamente lo que le sucede al Doctor Kenzo Tenma, el protagonista del manga Monster de Naoki Urasawa. La historia de Tenma tiene lugar en la Alemania de la reunificación en la segunda mitad de los años 80 del siglo pasado, cuando dos mitades de un país que se habían dado la espalda durante décadas están obligadas a entenderse, a salvar sus diferencias y encontrar una unidad. En este interesante ambiente social y político, Tenma es un joven neurocirujano japonés de éxito en Dusseldorf.

Sin embargo, todo cambia la noche que llegan dos niños al hospital, una hermana y un hermano, Anna y Johan, los únicos supervivientes de un tiroteo que ha dejado al chico con una grave herida en la cabeza. Cuando Tenma se prepara para operar al niño, llega al mismo hospital el alcalde de la ciudad aquejado de una trombosis. Rápidamente, el director del hospital ordena a Tenma dejar al niño y operar al alcalde, cosa que éste se niega hacer, operando al niño y salvándole la vida, pero desgraciadamente, el alcalde muere. Esto provoca que el acto de bondad de Tenma acabe con su proyección profesional y vital. Hasta aquí, podríamos decir que la obra defiende que los buenos actos se quedan sin recompensa, aunque Naoki Urasawa va más allá, ya que con el paso del tiempo, el niño salvado por Tenma parece estar tras una serie de brutales asesinatos, cometidos por él o por una especie de fanáticos seguidores. Por si esto fuera poco, Tenma termina siendo acusado de un asesinato cometido por Johan, por lo que deberá huir de la policía y recorrer la nueva Alemania para limpiar su nombre y acabar con el monstruo al que le salvo la vida.

Naoki Urasawa es un autor tan versátil como talentoso, por lo que Monster va más allá de ser una mera historia de un fugitivo buscando al verdadero culpable, en este caso un psicópata casi demoniaco, sino que nos encontramos mucho más, básicamente un tratado sobre el propio ser humano, y muy especialmente su moral. El punto de partida de Monster es tan poderoso como reflexivo, ya que toda la maldad nace de un acto de bondad, pero el manga va más allá, tratando otros temas tan importantes como el perdón o la redención, cuestiones que no han perdido ni un ápice de modernidad o interés en una sociedad tan relativista y poco dada a la reflexión de todo lo metafísico como la nuestra. Leer Monster es un viaje tanto físico como moral y espiritual, en el que somos conscientes de que hasta el más pequeño de los gestos puede tener una repercusión inmensa en la vida, ya sea ésta para bien o para mal.



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