La línea que separa la ciencia-ficción
del horror puede volverse muy fina en muchos casos, sobre todo cuando
la ciencia es la fuente del terror. Para explicar este proceso
tenemos un ejemplo perfecto en la conspiranoia OVNI, la cual vivió
su época dorada durante la guerra fría, con un leve revival durante
la última década del siglo XX gracias a la serie Expediente X. El
fenómeno OVNI es difícil de declarar, pues no es simplemente una
tendencia artística, sino que puede incluso llegar a considerarse la
primera mitología propia de la historia contemporánea, hasta el
punto de que muchas veces tiene más sentido que sea estudiada por
sociólogos o folkloristas que cualquier experto en obras de ficción.
Como toda conspiración, el fenómeno
OVNI es fácil de explicar superficialmente pero difícil de
comprender en su inmensidad. En teoría no estamos solos en el
universo, ya que somos continuamente visitados por alienígenas,
hombrecillos grises. Para nuestra desgracia, estos alienígenas no
vienen en son de paz, ya que en lugar del hermanamiento buscan
esclavizarnos o destruirnos, todo dependiendo del teórico de la
conspiración que escuchemos. Si esto fuera poco, tampoco podemos
buscar ayuda en nuestros gobiernos, ya que la mayoría o son
marionetas de los alienígenas, sino son directamente alienígenas
encubiertos. Así que ante este panorama sólo existen dos
posibilidades, o rendirnos aceptando que la resistencia es fútil o
convertirnos en un loco solitario luchando contra todos y con el
simple objetivo de llevar la verdad a la sociedad, sabedores de que
la victoria es imposible.
Pero entonces terminó la guerra fría
y la sociedad se transformó, la ciencia cambió el espacio exterior
por el ciberespacio y el cambio climático tomó el puesto del
peligro nuclear. En ese momento el zombi tomó el lugar del alien y
el resto es historia. Hasta hoy, que el guionista Paul Cornell y el
dibujante Ryan Kelly han decidido que la conspiración OVNI no está
para nada agotada y que hay vida mucho más allá de la parodia y el
retro-futuro, como bien demuestran en su cómic Saucer Country.
Afortunadamente, el guión de Paul Cornell huye claramente del
homenaje a cualquier producto previo de ficción del fenómeno OVNI y
crea una obra nueva pero demostrando un notable conocimiento de la
conspiración pura, y con esto no me refiero a películas o series,
sino a los textos puros: libros escritos por ufólogos en los años
setenta o foros de Internet donde nadie conoce el nombre real de
nadie.
Por si
esto fuera poco, al detallado análisis de los conspiranoicos OVNI
reales, se añade otra dimensión con el mismo peso en Saucer
Country, la política,
concretamente los entresijos privados de la política, con la carrera
hacia la presidencia de una joven Gobernadora del estado de Nuevo
México. Sin querer desvelar nada, la obra de Paul Cornell y Ryan
Kelly cuenta la historia de Arcadia Alvarado, Gobernadora de Nuevo
México, que cree haber sido abducida, participando en la trama otros
personajes como su exmarido, también supuestamente abducido; un
experto en folklore y alienígenas, el cual sufre supuestas
alucinaciones; entre muchos otros, con especial interés por toda la
fauna política que rodea a la protagonista.
En
base a todo esto, Saucer Country
podría parecer una obra demasiado teórica, llegando incluso a ser
aburrida, pero Paul Cornell consigue precisamente lo contrario,
haciendo totalmente suyo el estilo de Vertigo, crea una obra donde el
entretenimiento más puro no tiene problemas en convivir con el
horror y la diversión. Saucer Country
es una sorpresa agradable, un cómic al que me acerqué por mi
interés en la ufología sin esperar gran cosa, pero la obra ha
supuesto todo un descubrimiento. He de confesar que hasta Saucer
Country pensaba que nadie podría
volver a ser capaz de utilizar una sonda anal en una vertiente
puramente terrorífica, al margen de cualquier broma o parodia.
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