domingo, 26 de febrero de 2012

Firmas invitadas: Juan Royo (@juanroyoabenia)

Hoy presentamos una nueva sección: las FIRMAS INVITADAS. En ella, con una periodicidad irregular, iremos ofreciéndoos textos, imágenes y demás contenido de colaboradores especiales que se paseen por nuestra redacción virtual. Hoy, para abrir la sección, nadie mejor que Juan Royo, Premio popular de la Divulgación en el Saló Internacional del Còmic de Barcelona en 2011.


VILLANOS DE PAPEL Y VILLANOS REALES

Los supervillanos del cómic (y de la realidad) son maquiavélicos, idean planes complejos y su principal ambición es la conquista del poder. Y son inteligentes, muy inteligentes. El fatídico 11S, Bin Laden no solo asestó un golpe mortífero a la Sociedad Occidental. También ganó un montón de dinero. Los días anteriores se había posicionado corto (bear) en los mercados financieros. Es decir, había vendido acciones en descubierto ante la más que previsible reacción bajista de los mercados por el atentado. Tras la reapertura de las Bolsas solo tenía que volver a comprarlos. Mucho más baratos, eso sí. En 2008 Cráneo Rojo, el archienemigo del Capitán América, crea una gigantesca Corporación empresarial que logra duplicar los precios de varias materias primas y asfixiar la economía norteamericana. La inflación provoca despidos ante la falta de competitividad de la industria y miles de embargos de casas de ciudadanos norteamericanos que no pueden hacer frente a sus cuotas.

En mi opinión, Obélix y Compañía (1976) es el mejor álbum de la imprescindible serie Astérix creada por Uderzo y Goscinny. En esta aventura, Julio César, cansado de no poder conquistar a los irreductibles galos por la fuerza, envía al joven economista Cayo Coyuntural (una caricatura del que sería presidente francés Jacques Chirac) para destruir su autárquica e idealizada economía mediante la codicia. Obélix se convertirá en un nuevo rico vendiendo menhires a los romanos. Y siguiendo su ejemplo, todo el pueblo lo imitará y se pondrán también a vender menhires. Ya nadie caza jabalíes ni vende pescados. Los precios de los menhires se inflan creando una fantástica burbuja que termina por explotar. En noviembre de 1999 el portal de internet, Terra, comenzó a cotizar en la Bolsa de Madrid a un precio de 11,81 euros, tres meses después tocó un máximo de 157 para ser excluida de Bolsa en mayo de 2003 a 5,25 euros. Lo más graciosos es que, como decía el druida Panoramix, nadie sabe para qué servían los menhires. En su clímax, Terra llegó a valer más que todo el sector eléctrico español junto.

En común con los superhéroes, los villanos tienen nombres y trajes coloridos pero ganan a aquellos en excentricidades. Los villanos son sádicos y masoquistas. Como el Joker de la mítica La broma asesina (1988) de Alan Moore y Brian Bolland que intenta volver loco torturando al comisario Gordon tras dejar inválida de por vida a su sobrina Barbara. El defenestrado tirano libio Muammar Gadafi hacía ostentación de su Guardia Amazónica, su escolta femenina, a la vez que abusaba de ellas. Los villanos se niegan a aceptar responsabilidades por errores personales y reveses. Siempre culpan a sus enemigos o a sus subordinados. Le pasó a Hitler con la campaña de Rusia. Le pasó al Doctor Infierno que siempre echaba la culpa al Barón Ashler de sus fracasos ante Mazinguer Z y al que acabaría sustituyendo por el Conde Brocken. Los villanos son tramposos. El magnate Rupert Murdoch, propietario de News Corporation, empresa que publica de The Wall Street Journal y New York Post tuvo que cerrar otro de sus periódicos: News of the World tras el escándalo de las escuchas ilegales que realizaba. A su lado, las manipulaciones del editor del Daily Bugle, J.J. Jameson, de las fotos y titulares de Spiderman con el fin de involucrarle en supuestas actividades delictivas, parecen un juego de niños.

Como queda demostrado, los villanos de ficción se ven superados por villanos tristemente reales. Pero esta confrontación es mayor cuando los comparamos con las actitudes de nuestros superhéroes de papel (ahora también del celuloide). ¿Qué haríamos si tuviéramos la cualidad de anticipar el peligro con una suerte de sentido arácnido? Prever la existencia de cualquier riesgo empresarial con la consecuente posibilidad de neutralizarlo no tendría precio ¿Y si gozáramos de una fuerza o agilidad sobrehumana? Las empresas de seguridad o clubs deportivos de élite se nos disputarían ¿O una inteligencia prodigiosa? No había campaña de marketing que se nos resistiera. Spiderman reúne todas estas cualidades. Sin embargo, utiliza sus poderes para beneficio de la sociedad. Con total altruismo y discreción. Por eso Peter Parker lleva una máscara. No quiere elogios. Su conciencia es su única recompensa. De hecho son crónicos los problemas económicos de nuestro friendly neighborhood que padece tanto el cómo su adorable tía May. Pero ni aún en esas circunstancias se ve tentado a usar sus poderes en beneficio propio. Como le dijo su tío Ben: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Justo lo contrario que otros personajes de triste actualidad que, parece ser, se aprovechaban de la posición de uno de ellos para enriquecerse asesorando, entre otros campos, sobre Responsabilidad Social Corporativa. Lucro que luego revertían, parece ser, en sociedades opacas y que nada tenían que ver con los fines sociales que propugnaban. Parece ser.


Juan Royo. 
Universidad de Zaragoza
Premio popular divulgación Cómic FICOMIC 2011

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