sábado, 14 de enero de 2012

Spain is Pain #13: Las vidas del oficinista.



José Domingo, miembro del colectivo Polaqia es uno de esos autores que opta por la diversidad en su obra. Publica historias cortas  en la revista Barsowia desde el año 2006. Ha trabajado como dibujante de Story boards y diseñador de personajes para el estudio de animación Dygra donde coincide con David Rubín. Aunque publica su primera obra Cuimhne (2008) en Dolmen con guion de Kike Benlloch. Y finalmente publica El gran Flaffy (Altercomics), para ser publicados en dispositivos móviles y el cómic que hoy nos ocupa Aventuras deun oficinista japonés (Bang Ediciones).

El último comic publicado por este autor es una de esas pequeñas joyas del noveno arte que corre riesgo de pasar desapercibidas entre la cantidad de títulos que se publican en la actualidad, y es que en Aventuras de un oficinista japonés la fuerza narrativa recae por completo en el dibujo, ya que al igual que su obra anterior esta carece de texto. Durante la lectura del mismo nos encontramos en medio de un gran plano secuencia de poco más de 100 páginas en las que se nos narran las aventuras de un oficinista japonés desde que sale de la oficina hasta que llega a su casa. El autor se decide para ello por utilizar 2x2 viñetas por página y servirse de la perspectiva isométrica para mover al personaje protagonista.

Las viñetas están repletas de matices, sin llegar a ser un libro de Wally, hasta el punto de la necesidad de una sola lectura para descubrir todo aquello que condiciona las aventuras del protagonista. Para el desarrollo de esta historia el autor se vale de pervertir el estereotipo de oficinista japonés que puede ser considerado como una persona aburrida cuyo único objetivo en la vida es trabajar y llegar a casa tras un duro día de oficina, sin más. Sin embargo en este cómic sucede todo lo contrario, la aventura de este hombre empieza en la gran ciudad nada más salir de su lugar de trabajo inhala los humos de una industria bioquímica y se convierte en un superhombre.
A partir de ahí este se verá envuelto en un tour de forcé en el que el oficinista asume con toda naturalidad las aventuras que le ha tocado vivir sin ningún tipo de complejo en una a aventura que por momentos nos recuerda Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, otro texto que apoyado en el silencio recurre a todos los elementos de la imagen disponibles para crear una narrativa sólida. En este camino nos encontraremos con muchísimos elementos de la cultura japonesa y también oriental: desde yokai hasta yetis, pasando por millonarios excéntricos, cazadores furtivos, sectas satánicas, traficantes de órganos y un infierno en el que nos encontramos al dibujante, y a sus compañeros de estudio entre los que se encuentra David Rubín.

Todo para narrarnos una historia que tiene poco de convencional y que nos remite a los lugares comunes de nuestra mente para crear unos espacios  completamente habitables y transitables para un lector, al menos en mi caso, se cambiaría por el protagonista en mas de una ocasión.

                                                                                                                                          @Mr_Miquelpg

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