jueves, 12 de enero de 2012

El sótano del primo Barto: El fin del mundo bajo tu piel

La semana pasada ya plantamos las semillas, así que ahora nos lanzaremos a por los frutos. Si te acercas a cualquier estudio sobre la Nueva Carne, ya sea desde un pequeño artículo al más profundo de los ensayos, siempre te encontrarás con la misma triada en lo más alto: tres autores que triunfan en lo más alto de sus campos y que han sabido moldear la Nueva Carne hasta darle su entidad final y cerrada. El primero de ellos es David Cronenberg, que casi se podría considerar el padre del movimiento, un cineasta canadiense que ha trufado su producción con relatos enfermizos sobre las posibilidades y los límites del cuerpo, con películas como Cromosoma 3 o eXistenZ, por citar dos ademas de la siempre nombrada Videodrome. El segundo autor que compone la sagrada trinidad de la Nueva Carne es el novelista inglés Clive Barker, quien también ha trabajado en otros campos como el cine, los videojuegos o el cómic, aunque es en la escritura donde ha alcanzado las cotas más altas de éxito, con un terror muy personal y anatómico, con obras como su colección de relatos Libros de sangre, o la novela Hellraiser, que el mismo se encargaría de llevar a la gran pantalla, convirtiéndose en una auténtica obra de culto.

Este triángulo autoral lo cierra el historietista norteamericano Charles Burns, dueño de una obra coherente y homogénea que llega a lo más alto con el cómic Agujero negro, cúspide de la Nueva Carne. La producción de Charles Burns está llena de grandes obras a descubrir, no es un autor con una obra muy dilata, pero si de gran calidad, como podemos observar en su último cómic publicado en España, Tóxico, una revisión en clave mutante y fantástica de Tintín, el famoso periodista de Hergé. Sin embargo, pocas de sus obras se acercan a la angustia terrorífica de Agujero negro, quizás por lo peligrosamente cercano y plausible de su planteamiento.

Agujero negro presenta una trama tan simple como contundente, la existencia de una enfermedad de transmisión sexual que solo afecta a los adolescente. La enfermedad sexual de Agujero negro cuenta además con una extraña sintomatología, ya que produce mutaciones aleatorias entre los afectados, estos cambios físicos van desde la aparición de una pequeña cola hasta la transformación total, dejando de ser el enfermo, al menos visualmente, un ser humano propiamente dicho. La historia que Charles Burns desarrolla para Agujero negro no presenta una búsqueda épica por la cura ni convierte a los infectados en horribles monstruos sedientos de sangre humana. Los mutantes tratan de ocultar sus cambios físicos en la medida de lo posible, hasta que se vuelve una tarea imposible y nos les queda más remedio que recurrir a convertirse en parias al margen de la sociedad.

Aquí radica el terror de Agujero negro, casi que podríamos decir que uno de los temas principales de la Nueva Carne, el yo diferente. La angustia no es vivida por los no infectados, asustados por los mutantes, sino por estos últimos que ven como su cuerpo muta alejándolos de la sociedad a pesar de que ellos siguen siendo las mismas personas. Muchos autores ven en Agujero negro una gran metáfora, ya sea sobre el estallido del sida o el cambio desde la adolescencia hasta la edad adulta, aunque también es cierto que Agujero negro puede funcionar como un reflejo de todas las situaciones en las que el cuerpo, ya sea por acción de la edad, una enfermedad o un accidente, se trastoca, provocando que aunque nosotros sigamos siendo los mismos, nuestra relación con el mundo cambie totalmente.



2 comentarios:

  1. No conocía a este autor, aunque he visto capturas y tanto el trazo como las tintas me han llamado bastante la atención. Habrá que echarle un ojo, la historia parece interesante.

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  2. El dibujo a mi me encanta, tiene un aire a los años 50, como la publicidad de la época o los cómics de la EC. Échale un ojo, de verdad que no te vas a arrepentir.

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