sábado, 5 de noviembre de 2011

Spain is Pain #3: Lobos con pieles de cordero.


Las poco más de sesenta páginas en las que tiene lugar la trama de La mano del Diablo (Astiberri, 2001) de Brais Rodríguez bastan para desarrollar una obra que gira en torno a la complejidad del ser humano y la difícil resolución de los conflictos morales. Tras un trazo limpio y una aparente sencillez narrativa este autor hace una feroz crítica a nuestra sociedad, la deshumanización y la bipolaridad en la concepción del bien y del mal.
La historia trata de un comando de soldados que se infiltra en terreno enemigo para causar el mayor daño posible en las filas enemigas, para nosotros esta guerra se reduce al enfrentamiento entre soldados de negro contra los de blanco, que en este caso son los que protagonizan la historia. Sin embargo, a pesar de estar ambientada en el relato bélico el autor lo utiliza como vehículo narrativo para mas tarde despojarlo de todos aquellos atributos que caracterizan este tipo de historias, simplificando el conflicto en la automatización de la muerte tanto en la decisión como en la ejecución.
A lo largo de la historia los personajes evolucionan de manera diametralmente opuesta a a como cabría esperar en un primer momento aquellos que realizan su labor de manera concienzuda y parecen mostrar cierta empatía hacia aquellos que les ayudan se descubren como unos viles criminales, pero el que en un principio se muestra como un mercenario sin escrúpulos se humaniza a medida que avanza el relato, de manera que no tanto por la guerra en si misma y si por la humanidad de los invadidos, este personaje sufre una catarsis que abre una puerta a la esperanza a la desazón sembrada por Brais Rodríguez página tras página.
Destaca en esta obra la capacidad del autor para establecer una narrativa visual casi de carácter naturalista a pesar de mostrarse la guerra como algo mecánico carente de pasión. A través de el establecimiento de este artefacto narrativo-visual, y la evolución del personaje principal, se pone de manifiesto cierta reivindicación de una vida mas sencilla más ligada a la naturaleza y que rompa con esa frustración que supone la desvinculación del ser humano con el contexto primigenio en que este evolucionó. Es por esto que esta guerra se aparta de las explicaciones y las justificaciones del mundo civilizado, utilizando como armas aquello que nos hace humanos: la compasión y la crueldad. Porque no se debe vincular el concepto de humanidad única y exclusivamente a valores positivos si no que es la bipolaridad en la idea de lo humano el que hace que este se sostenga; y es que el debate filosófico y moral tiene mucho que ver con todo lo planteado en La mano del Diablo.
Es esa complejidad interna del relato la que hace que poco a poco se vaya cocinando la duda dentro del protagonista, la capacidad inherente a nuestro ser a buscar opciones diferentes a las que nos vienen dadas por una sociedad dominante que nos empuja a actuar como el resto de la manada por miedo a destacar, y a buscar respuestas sencillas a las preguntas más complejas.
Como dije al principio de este post la brevedad de La mano del diablo de Brais Rodríguez da para mucho. Y es que estamos ante es una de esas obras que necesita varias lecturas y rascar en cada uno de los personajes para poder ver la grandeza de la misma, ya que de no ser así nos podríamos correr el riesgo de quedarnos cortos en la apreciación de este título.
                                                                                                                                                             
                                                                                                                                          @Mr_Miquelpg

2 comentarios:

  1. Primera noticia de esta obra que me llega; gracias Miquel, habrá que darle una oportunidad.
    Por cierto, vaya post más mañanero, no?

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  2. La mano del Diablo está muy bien, la primera lectura es muy suave pero cuando le empiezas a dar vueltas a lo que te explica no paras.
    El post mañanero se debe a que estoy hasta arriba. Así que era hacerlo a primera hora o luego a última.

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