jueves, 27 de octubre de 2011

El sótano del primo Barto: Suehiro Maruo y el beso de la sangre

Desde que comenzamos esta andadura por la aleación entre el horror y las viñetas nos hemos centrado prácticamente en el terror occidental, básicamente en el estadounidense. Esto no quiere decir en ningún momento que dejaremos de lado la producción terrorífica de otras latitudes, ya que el horror es uno de los géneros con mayor tradición en la inmensa mayoría del cómic mundial. Por eso, hoy vamos a cambiar el rumbo y acercarnos a Japón, uno de los rincones donde el horror ocupa un gran espacio dentro de su producción de cómics.

Esperamos que ésta sea la primera de muchas paradas en el horror japonés, por lo que hoy entraremos centrándonos en un autor concreto, Suehiro Maruo, sin duda uno de los grandes autores del manga de terror y con buena parte de su trabajo editado en castellano. Suehiro Maruo es a día de hoy una vaca sagrada dentro de ciertos círculos, donde más que un mangaka es un autor fetiche cuyos cómics son consumidos más como una obra pictórica que como una narración en viñetas.

Aunque no podemos dejar que la figura de Suehiro Maruo como mangaka rock-star eclipse su maravillosa producción en cómic. El autor japonés es capaz de conectar la faceta de artista con la de mangaka, como consiguen otros autores como Kent Williams, con trabajos para Vertigo y Marvel pero también con obras colgadas en galerías de arte. Pero aquí nos centraremos solo en la obra en viñetas de Suehiro Maruo, un mundo donde la belleza baila lentos con el mayor de los horrores.

Cuando hablamos de horror se podría crear una burda separación entre el terror visual, el gore; y el horror atmosférico, la angustia existencial. Siendo una de las principales características de Suehiro Maruo la capacidad para mezclar estas dos tendencias, mostrando en la página la mayor de las atrocidades y al mismo tiempo creando un ambiente capaz de incrementar la atmósfera de la escena multiplicando el malestar del lector. Este resultado se consigue con un dibujo nítido y limpio, heredero directo del Ukiyo-e, la pintura tradicional japonesa de paisajes, realizada entre los siglos XVII y XIX. Este dibujo, que presenta una línea suave y agradable al lector, se mezcla con escenas truculentas provocando un choque en la lectura, algo que además se ve incrementado por el uso por parte de Suehiro Maruo de recursos propios del surrealismo, como la inclusión de pequeñas criaturas a escalas imposibles.

La obra de Suehiro Maruo pivota entro dos grandes temas, el sobrenatural inexplicable, con pequeños retazos de una maldad antigua que no se termina de explicar nunca; y el horror humano real, representado por la fascinación de Suehiro Maruo por los límites de la vida y del hombre, como podrían ser las deformidades físicas o el misterio de la gestación humana. El círculo de Shuerio Maruo se cierra con la ambientación de sus obras, enclavadas a finales de los años veinte del siglo XX, siendo en Japón los primeros años de la era Showa, una época en la que la sociedad nipona comenzaba su proceso esquizofrénico por aunar su tradición milenaria con la llegada de los modos de occidente.

La obra de Suehiro Maruo podría englobarse como heredera del Grand Guignol francés, sin embargo, su objetivo no es saciar la curiosidad morbosa del lector, sino hacer dudar al lector sobre el mundo que le rodea, objetivo que se consigue a través de un descenso a los infiernos, un viaje a un abismo tan horrendo como bello, la visión de una gota de sangre y pus en un pétalo de la rosa más hermosa del mundo.

3 comentarios:

  1. Comenzaré a buscar material de Suehiro Maruo, el gore-horror y el ukiyo-e son dos temas que en ocasiones he investigado por separado, y la verdad por lo que comentas sobre este autor se va a hacer un hueco en mi lista de favoritos.

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  2. Tengo mucho material de Suehiro. Es muy bueno, aunque está muy mal de lo suyo.

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  3. Durante un tiempo Maruo publicaba su obra en revistas de bondage, o al menos eso me dijo Miquel Pérez...

    En todo caso el dibujo es muy bueno, convirtiendo casi cada página y viñeta en un cuadro, algo que es incluso más espectacular si tenemos en cuenta que los guiones son también geniales. Una delicia, aunque también es cierto que tanto él como sus lectores estamos muy mal de lo nuestro

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