Creo que nunca sería capaz de hacer lo
que está haciendo la nueva generación de autores: abrir el corazón, hablar de
ellos mismos, de sus familias, de sus padres, mostrar sus fortalezas y sobre
todo profundizar en las debilidades de aquellos más cercanos. Ponerle un nombre
y cara a lo que sucede a nuestros seres allegados va en algunos casos más allá
de la mera autobiografía o el slice of life. De hecho muchas veces veo en ese
tipo de narrativas la necesidad del autor de hacerla, de mostrarse y exponerse,
si más.
En mi opinión de eso va Albert contra Albert (De Ponent, 2013)
de Arnau Sanz, una obra en la que lo que menos importa es el llamar la atención
y si el explicar y buscar de manera interior las raíces del problema que acucia
a la familia del autor. Por otro lado es un relato esperanzador que va hurgando
en la realidad para encontrar trazas de luz que alumbren el camino al final del
túnel. Este título nos narra la historia de Albert, padre del autor, que sufre
un trastorno bipolar además de ser adicto a la cocaína y el alcohol. Sin embargo,
no se trata de un relato lastimero si no de una historia cercana a cierto tipo
de costumbrismo urbanita que otra cosa.
El protagonista/autor/narrador nos coge
de la mano para narrarnos el presente que está viviendo y para explicarnos el
pasado de su familia. Pero hay un par de páginas que corresponden a las
anotaciones de junio de 2012 que me parecen claves para entender el
planteamiento de la historia. En un momento determinado de la historia Arnau,
caminando por el barrio se va encontrando vecinos, supongo que es una elipsis
temporal que recoge diferentes encuentros, en los que cada uno de estos le
comenta que el padre se merece todo lo que le pasa, que frecuenta los bares,
que se portó muy mal con su madre, etc. Esas dos páginas plantean cierta postura
del autor a la hora de exponernos su situación personal. En ese sentido el
título en si no está pensado para emitir un juicio sobre el padre, sino que lo
que se pone de manifiesto en todo momento es la dinámica relacional de la
familia, sus actos y sus actitudes frente a situaciones complicadas.
Para ello en el dibujo Arnau Sanz utiliza
los colores de manera no convencional, explotan en su desnudez la crudeza de la
historia. De manera que si en el aspecto gráfico se plasma los aspectos más desagradables
de la historia, en el textual se explora la vertiente afectiva. Aunque en el
planteamiento es fundamental el rechazo de la fábula moralista, en la cual nos
enseña que en la que mal empieza mal acaba, sino que pone en juego otros
valores, por ejemplo: el de la reconstrucción afectiva y el perdón.
A lo largo del relato se produce una
reconstrucción de las relaciones entre Albert y sus padres, y también con Arnau.
El hecho de que Arnau tome las riendas de la familia, administre los gastos;
supone un relevo generacional de la responsabilidad, del tener que atender a
aquellos que le han cuidado. Pero sobre todo es una gran narrativa del perdón,
no explicita sino implícita, en ningún momento hay una redención en la que el
hijo perdone al padre y en la que todo se arregla, se trata de un proceso
escalonado en el cual se funden las emociones de todos los personajes.
En definitiva, un relato emocionante, con
un dibujo interesante, que nos hace repensar el valor de las relaciones
familiares, en el que busca expresarse y explicar todo lo que le rodea de forma
muy valiente sin buscar la lástima, simplemente hablando de si mismo, sin más.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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