miércoles, 14 de agosto de 2013

Sesión Numerada #20 Akira (1988). El ser humano no está preparado para el control absoluto.



Hace unos días leía de nuevo en Internet que Warner Bros. se ha vuelto a poner manos a la obra con la adaptación, esta vez  acción real,  del mítico manga Akira de Katsuhiro Otomo. Una de las cosas que más me llamó la atención es que el proyecto cuenta en la dirección con el cineasta Jaume Collet-Serra. Es por ese motivo que el revisionado de hoy se centre en el anime de 1988, película que posiblemente marcó un antes y un después en el cine de animación japonés, o al menos lo hizo fuera de sus fronteras, convirtiéndose en un auténtico clásico de obligado visionado.


Recuerdo que leí Akira un verano de hace ya algunos años y que lo devoré en cuestión de unas cuantas tardes, ensimismada en la estética y en la propia historia  en la que te sumerges rápidamente y de la que parece que no puedes salir. Ahora, tras un nuevo vistazo a la película he podido descubrir que la riqueza y el impacto visual siguen funcionando pese a sus ya casi 25 años de existencia y los avances acontecidos en la industria cinematográfica. La construcción de la ciudad de Neo-Tokio, destruida tras la III Guerra Mundial, sigue siendo un hito de la estética cyberpunk y un claro ejemplo de futuro distópico más que de futuro apocalíptico.




Mientras que el inconsciente del cine de ciencia ficción estadounidense parece estar directamente vinculado con cierta concepción de la amenaza externa, ya sea extraterrestre, terrorista o viral, en parte debido a los acontecimientos y los miedos latentes de su propia cultura, en el caso que nos ocupa podemos observar que la destrucción es consecuencia de una guerra nuclear y es que son ya varios los desastres nucleares acontecidos en Japón  a lo largo de su historia, sin contar las consecuencias, no solo materiales sino también culturales, ocasionadas por el lanzamiento de las dos bombas atómicas en la II Guerra Mundial sobre territorio nipón. Posiblemente Akira sea un claro ejemplo de esos miedos culturales que hacen que vista desde fuera pueda resultar incomprendida o infravalorada unido a que la propia historia, tanto en el manga como en el anime en el que Akira es presentado con algunas diferencias notorias, siendo el manga mucho más esclarecedor si cabe, es demasiado densa y en ocasiones confusa lo que lleva al espectador-lector a sacar sus propias conclusiones y lo que hace que esta obra sea tan rica y maravillosa en tanto aspectos.



Como ya he mencionado antes, las diferencias entre el anime y el manga son significativas, sobre todo debido a que el manga fue escrito y dibujado entre 1982 y 1993, mientras que la película fue estrenada en 1988, de ahí que el final y parte del desarrollo de personajes no estén tan bien definidos como en su versión papel (se echa de menos a Lady Miyako que solo aparece como un leve retazo en el film). Pese a ello, la reconstrucción y puesta en escena de Neo-Tokio y la elaborada animación junto con una magistral banda sonora hacen que el anime ya valga la pena por sí mismo, además de crear momento visuales totalmente evocadores como las propias alucinaciones de Tetsuo.


Sin la menor duda, recomiendo leer los 6 tomos de Akira para después pasar al visionado de la adaptación del mismo y que cada uno saque sus propias conclusiones sobre la historia, la estética o los pros y contras de ambos. Mientras habrá que esperar la nueva adaptación y la recreación visual de    Neo-Manhattan. 


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