Estamos acostumbrados a que las
historias con niño sean o bien divertidas, en plan el niño, su mundo interior y
la percepción que este tiene de la realidad; o bien que sirvan como un elemento
instrumental para mostrar el lado menos amable
de la vida. Pocas veces nos encontramos con un discurso en el que
converjan ambas tendencias, y menos bajo
el amparo de una felicidad aparente mostrada en lo estético y lo discursivo para
contarnos una historia tan cruda como divertida.
Eso es precisamente lo que nos ofrece
Diego Vera (Kekuli) en Un tipo con chispa
(La Cúpula, 2013). En ese sentido desconozco la intencionalidad del autor de la
obra con respecto a su trabajo, pero me sorprende tanto la utilización de
colores como el vocabulario utilizado en una historia que cabalga entre la
crudeza de la vida de extrarradio y un estilo de comedia cafre suavizado por dicha
terminología creada por el autor para la ocasión.
Por momentos Liborio, Libb para los
amigos, nos recuerda a Shin Chan, ese niño-diablo que nos ayudaba a través del
humor a entrever el día a día de una familia japonesa. Con Libb sucede casi lo
mismo, aunque en este caso esa carga de realidad se ve lastrada por el ambiente
alucinógeno que domina la totalidad del libro y con el que el autor dota a la
historia de un distanciamiento clave para poder leer la historia a dos niveles:
uno denotativo, es decir, el cual bajo el que opera toda la historia que es el
humor, y otro de carácter connotativo.
En el primero de ellos nos encontramos
el universo de Libb constituido en un primer plano por Agus, una alucinación
surgida tras tomarse una pirula de su hermano mayor; Piluca, una amiga con una
percepción un tanto particular de su cuerpo, y Connehonney, un conejo de
peluche con el que ejerce una relación de poder. En segundo plano esta su
madre, y en un tercero el padre, un caso aparte dentro del universo de Liborio.
Por lo general las relaciones entre los diferentes protagonistas de la historia
están articuladas por el humor que viene de la mano de la visión que Libb tiene
de la realidad, no solo por ser un niño sino por los efectos secundarios por
haber consumido estupefacientes.
En un segundo nivel, la portada del
libro nos da una pista ya que el subtítulo de este reza “Liborio y sus
alrededores”, nos situamos en esos alrededores los que sesgan la vida del niño
que son: vivir en el extrarradio y tener un padre maltratador y alcohólico, el
cual solo aparece un par de veces en la historia pero se presume a lo largo de la misma. En
este segundo nivel de lectura se respira cierta desesperación de los
personajes, por ejemplo: uno de los fragmentos del libro tiene lugar en el
parque de atracciones una especie de paraíso tanto para la madre como para el
hijo, una fantasía escapista para los personajes que se cierra con la llegada
de estos a casa, un golpe de realidad en la que el padre exige a la madre que
le prepare la comida.
A todo esto, Un tipo con chispa es un cómic fresco y divertido con una segunda lectura muy interesante que lo aleja
del vacuo entretenimiento, algo que es muy de agradecer.
@Mr_Miquelpg
@Mr_Miquelpg
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