jueves, 4 de julio de 2013

El sótano del primo Barto: Quien con monstruos lucha


Mi relación más directa con el terrorismo se concentra en una céntrica calle de Sevilla, por la que he pasado infinitas veces, donde unos agujeros de bala en una pared señalan que en ese punto fue asesinado un matrimonio en 1998, un concejal del ayuntamiento y su mujer, ambos muertos a manos de un terrorista de ETA. Jamás he comprendido el hecho, es más, no creo que nunca lo haga. Los más jóvenes de nuestro país tienen dos ventajas, no saben lo que es tener una selección de fútbol mediocre y no tienen porque conocer conceptos como bombas lapa o tiro en la nuca, aunque evidentemente esto no quiere decir que para muchos aún haya heridas abiertas, recuerdos dolorosos y agravios imperdonables.

El guionista Ramón de España recupera en su última obra La ola perfecta, dibujada por Sagar Forniés, esa época de la historia reciente de España, cuando no existía paro y el principal problema del país en todas las encuestas era el terrorismo, algo del todo comprensible cuando los atentados con víctimas mortales eran algo desgraciadamente común. Pero afortunadamente, Ramón de España huye de la típica obra con ínfulas políticas que trata de solucionar el problema, más bien se vale de una situación dramática para crear una obra de ficción desde la que explorar más los personajes que a las coordenadas sociopolíticas. El protagonista de La ola perfecta es Diego, un policía nacional que se encarga de casos relacionados con el narcotráfico en Barcelona. Aunque Diego tiene un pasado dramático, ya que trabajando en el País Vasco, su mujer embarazada muere por una bomba lapa en su coche destinada a él. Ese hecho trágico convierte a Diego en un animal sediento de venganza contra los asesinos de su mujer.

Entre semana, Diego trabaja de policía, pero los fines de semana los reserva para viajar a Bilbao y realizar patrullas nocturnas con su antiguo suegro, en las que acorralan a miembros de la izquierda abertzale para propinarles palizas. Pero todo esto cambia cuando Diego se enamora de una mujer embarazada que guarda un enorme parecido con su esposa fallecida. Este planteamiento desarrollado por Ramón de España es tan complejo como arriesgado, pues acaba de un plumazo con todo lo políticamente correcto para tomar partido, conjugando dos temas tan apartados como la violencia del terror y la redención a través del amor. Diego es un hombre que ha caído al no prestar atención al consejo de Nietzsche, pues al enfrentarse a monstruos ha terminado el mismo por convertirse en uno, perdiendo la legitimidad de su papel como garante de la seguridad para pasar a ser un violento más. Lo fácil hubiera sido crear a un antihéroe, un vigilante que combate a ETA con sus mismas armas. Pero Ramón de España no construye un Frank Castle cañí, en su lugar nos muestra un hombre bueno roto por las circunstancia, alguien que debido a las presiones que se le aplican termina tirando por el camino de la venganza más obvia y menos eficaz.

La ola perfecta es una obra sin concesiones que no coloca notas al pie para contentar a todos. Los miembros de ETA aparecen como lo que son, hijos de puta más cercanos a mafiosos que libertadores. Pero frente a ellos tampoco tenemos a caballeros blancos de la libertad, porque personajes como el suegro de Diego remarcan que las heridas son tan profundas que muchos que no pueden perdonar optan por el peor camino posible, por el ojo por ojo en lugar de la justicia. Y en medio de todo esto tenemos a Diego, un hombre con el que es fácil empatizar debido a su pasado y a su presente de esperanza liderado por Susana, aunque también el mismo hombre que se coloca un pasamontañas para apalear personas los fines de semana. El conflicto vasco posiblemente nunca tenga solución más allá del fin absoluto de la violencia olvidado con el paso del tiempo, y del mismo modo que ninguna solución contentará a todos, La ola perfecta no puede dejar indiferente a nadie, pues al final todos somos personas que amamos y sufrimos, que queremos ser buenos pero no podemos evitar hacer daño.


@bartofg


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