jueves, 11 de abril de 2013

El sótano del primo Barto: La metafísica de un puñal atravesando una uretra


Nadie puede atreverse, ni por un solo intante, a cuestionar que Pudridero fue una de las mejores obras publicadas en nuestro país durante el año 2012, una auténtica maravilla hecha viñetas, un canto de amor a la maduración y a la frustración. Además de ser una gozada donde ingentes cantidades de monstruos humanoides se enfrentaban en encarnizados y escatológicos combates a muerte. A un lector profano le podía parecer que las páginas desarrolladas por Johnny Ryan no mostraban más que un tío cubierto de sangre que se entretenía desmembrando y violando, todo cuando no era él la víctima de tales fechorías. Pero el espectador atento detectaba toda la belleza oculta, todo ese empeño por convertir los dibujos de pollas en los pupitres de un instituto en una saga de proporciones equiparables a El Señor de los Anillos o Star Wars.

Aunque claro, es cierto que muchos podían pensar que tras la publicación de Pudridero, que como recordaremos aunaba los dos primeros tomos de la obra publicados en Estados Unidos, el modelo estaba más que agotado, pues cuánto podían dar de si monstruos matándose, por mucho virtuosismo gráfico y narrativo que encontráramos en las más de doscientas páginas del tomo. Sin embargo, con motivo del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, que hoy comienza, nos encontramos con una de las novedades más jugosas que podríamos imaginar, Pudriero 2, el cual recoge los tomos 3 y 4 de la edición americana, con lo que llegamos a la mitad de una obra que Johnny Ryan tiene pensada acabar en su octava entrega. Y si algo podemos decir tras la lectura de Pudridero 2 es que el modelo no está para nada obsoleto, más que nada porque Johnny Ryan nos tiene preparados nuevos acercamientos a la estancia de Carantigua en un planeta prisión.

Pudridero 2 comienza exactamente donde terminó el anterior volumen, aunque con la salvedad de que en esta ocasión Johhmy Ryan bifurca el foco de atención, no haciéndonos sólo partícipes de las peripecias de Carantigua, sino llevándonos también junto a otros personajes de su universo, especialmente hacia el devenir de los enemigos de nuestro héroe, los cuales sólo desean acabar con su vida, un fin que les obliga a su vez a desmembrar a otros seres funestos. Pero quizás en el sentido de la historia, lo más interesante de Pudridero 2 sea como el cosmos de la obra se vuelve más variado, pues además de los típicos guerreros del páramo que pululan por el planeta prisión, nos encontramos a otras entidades más complejas, como son el extraño que llega al planeta en busca de Carantigua, otro violento preso; la entidad conocida como Cáncer del cielo, lo único que parece asustar a los habitantes de la prisión; o la sociedad tecnificada que vive bajo la superficie del planeta, una especia de secta que recibe el nombre de Caligulón, sin que se sepa muy bien si es el apelativo designa a sus miembros, su sociedad o la extraña deidad-colmena a la que parecen servir.

Es gracias a Caligulón que encontramos más experimentación en la obra, pues aunque al final de Pudridero ya encontrábamos elementos más tecnificados, cercanos a la nueva carne y la robótica, es en Pudridero 2 donde estos elementos terminan de explotar. Pues además de los miembros de Caligulón, que funcionan como un ejercito de fractales capaces de fusionarse o encerrar a alguien dentro de una realidad virtual, encontramos diversos elementos que nos hablan del choque entre carne y máquina, como demuestran la enorme nave que domina el tercio final de la obra, tan notablemente conducida por Carantigua. De este modo, algunas páginas de Pudridero 2 parecen abandonar la mutación sexual para centrarse en un acercamiento más matemático, donde el ángulo y la línea dominan sobre el fluido y la masa.

Si pudiéramos coger un profesor de biología sin vocación y un homólogo de plástica sin talento para convertirlos en monstruos de una película japonesa, su enfrentamiento final sería un simil con Pudridero 2, donde Johnny Ryan introduce a las matemáticas, que más que poner orden son una fuente más de caos. Ahora sólo tenemos una opción, morir de impaciencia hasta la publicación de Pudridero 3, donde Carantigua seguirá haciendo de las suyas, maravillándonos con su violencia y su extraña concepción del sexo.


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