martes, 12 de junio de 2012

DIAL 777 POSTÉPICOS, 14 — HANCOCK

WILL SMITH como JOHN HANCOCK,
el desaseado rostro del superheroismo
PETER BERG no hace una película de superhéroes en realidad; no hay supervillano al que machacar en ella. No persigue ese espectáculo, aunque por mor de su naturaleza deba darlo. Pretende, más bien, profundizar en las circunstancias socio-psicológicas en que se desenvolvería un ser superior que habitara un planeta lleno de mediocres. Es una cinta de superhombres. Comparte, con el SUPERMAN de RICHARD LESTER, el que una cruel inteligencia criminal, con revestimientos de astucia, le causa problemas. Pero no es un filme rebosante de disfraces o capacidades sobredimensionadas. Es la historia de un cínico superdotado que se siente amargamente solo y defraudado.
Así vemos que JOHN Hancock (WILL SMITH), mezcla de LUKE CAGE, alias POWERMAN, y ELVIS, se siente rodeado de pigmeos, morales y físicos, y que son incapaces de compartir su visión del mundo, donde no hay horizontes, y ahogado de decepción por no tener con quien debatir, o compartir sueños, termina alcohólico.
Pese a los precedentes de superhéroes borrachos (como TONY STARK), es de valorar esta idea, la de que semejante ser carezca luego de la resistencia anímica que le impida sucumbir a las cítricas oleadas de egoísmo e ingratitud de aquellos que salva. Hancock combate el crimen y tal, y siempre lo critica algún gilipollas. Tal punción fue socavando su moral, además de inculcarle aversión, volviéndolo medroso a la hora de socorrer.
Como todo superhéroe que se precie,
también Hancock tiene un uniforme
molón. Hale, listo a repartir estopa
¿Por qué debo seguir sangrando la camiseta por ellos, si sólo recibo su desdén?, debe pensar. No sería ético, por otro lado, desatenderles, replicaría su parte ‘heroica’, imponiéndose. Porque, por fuerza, su punto de vista debe ser amplísimo, como su generosidad, sin estar limitada por los oscuros convencionalismos y tribalismos que nos caracterizan. Y es esta lucha, el debate cotidiano, el que Berg trata de retratar.
Berg confía mostrar que la insidia y la envidia son elementos básicos de la Humanidad. Hancock supera toda norma, y nosotros sentimos impotencia y resquemor por eso. Los diferentes no pueden existir en un mundo de iguales, aunque luego prediquen que ¡la diversidad mola, tío! Abrasan, por tanto, con descrédito sistemático a Hancock, quien se abandona al whisky. ¡Ea! ¿Contentos? Ya veis que soy tan imperfecto como vosotros, pigmeos. Estar aquí tirado, jalando de la botella como cualquier otro despojo social, os pone, ¿eh? Y, pese a todo, aún me pedís ayuda. Vale. Y lo haga como lo haga, luego me criticaréis, pues empotro el coche de los malos en lo alto del rascacielos. Hancock plasma, de paso, los cortos límites de nuestra generosidad, y cuán interesada puede ser.
Y también nuestro nubio superhombre tiene su kryptonita: su esposa de anatño, MARY (la afrikaaner CHARLIZE THERON), mezcla de TORMENTA de los X-MEN, WONDER WOMAN y SHAZAM (había una CAPITANA MARVEL, ¿no?), quien parece, en virtud de su sexo, ser mucho más poderosa que él. Mas el peligro está en que su proximidad los hace vulnerables. Todas las crisis que Hancock ha sufrido a lo largo de su dilatada existencia procedieron de su contacto con ella.
Y kryptonita, representada en su
esposa, MARY (CHARLIZE THERON)
Mas Mary guarda celosamente sus poderes, quizás porque percibió, antes que Hancock, la aspereza de la naturaleza humana, y en vez de elegir el autismo alcohólico buscó un disfraz en apariencia invulnerable: el de inofensiva y amante esposa. Y quizás lo hace no tanto porque, como supermujer-en-función-de-superheroína, tema perder su intimidad, sino por el llano egoísmo (comprensible y excusable) de querer vivir cuanto pueda. Unirse a Hancock la mata. Ha visto perecer a sus congéneres debido a esto. Y tal vez en aceptar la mortalidad ellos vieran una virtud. Pero, para Mary, es una aterradora perspectiva y rechaza abrazarla.
Queda, para rematar este comentario, plantear si, en un mundo con superhéroes, las figuras ajadas, defraudadas, vencidas, hastiadas, como Hancock, abundarían. Seguro: haríamos un gran trabajo desmoralizándolos.

2 comentarios:

  1. Te recomiendo la lectura del cómic "Un dios entre nosotros". Viene a tratar el mismo tema que aquí comentas, pero con un enfoque bastante distinto, más desde el punto de vista del film "Chronicle" teniendo en cuenta cómo empieza y como acaba.

    ¿Un ser superior tendría cabida entre nosotros? Yo también creo que el miedo y la envidia terminarían por matarlo. No sabemos mirar más allá de lo nuestro, y creer que un superhombre (o supermujer, seamos justos) sea por naturaleza altruista e inofensivo es casi una quimera.

    Pd.: Capitana Marvel no había, sí una Ms.Marvel (Carol Danvers, medio kree, sin magia de por medio). Aquí la Theron se le parece bastante.

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  2. Es verdad lo que comentas de Ms. Marvel. Pero pensaba en ¿Mary Marvel? ¿La esposa, o novia, de Shazam? ¿Te suena?
    Matamos a Cristo. ¿No nos íbamos a cargar a Hancock?

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