martes, 1 de mayo de 2012

DIAL 777 POSTÉPICOS, 12 — HEROES

Ilustración promocional  obra de ALEX
ROSS. Demasiado artista para tan
poco tema
En su momento, esta serie de TIM KRING, JEPH LOEB y BRIAN FULLER (que venía bien avalado por la sorprendente TAN MUERTOS COMO YO) se vendió como el acontecimiento televisivo del milenio (o poco menos), prometiendo un raudal de sorpresas que helarían nuestra sangre en las venas; semejante publicidad de algo nuevo, único, inédito, pegó ante la pantalla a millones (exagerando) de telespectadores ávidos, que lo suspendieron todo (menos respirar) aguardando el chute de catódica épica. Tebeos, camisetas, DVDs, pulseritas… todo un jugoso merchandising manado de la propuesta que pretendía calmar la fiebre del fan así exaltado. Heroes resultó un falso y fatuo producto decepcionante, fiasco magno únicamente en su huera ampulosidad.
Heroes, una especie de LOS VENGADORES de vía estrecha (muy mucho), aspiraba al Valhalla y constituyó, pese a todo, un aval excelente para el tebeo. Abría, esperando cautivarlos, a unas generaciones reluctantes a leerse un cómic un fantabuloso mundo de gente “distinta” pero que sufría sus cotidianos sinsabores (paro, inseguridad —de todo tipo—, alcoholismo…) pese a poder demoler un edificio con un estornudo o teletransportarse al otro lado del planeta con sólo desearlo. Y, como una acumulativa bola de nieve, ese personal refractario a las viñetas podría replantearse mirarlas con menos despectivo rigor ahora, efectuando una sana simbiosis entre TV e historietas. Por eso, Heroes es loable. Y merecía (o merece) nuestro apoyo.
El vistoso elenco (el chinorris dando la nota, cómo no) de
lo que podemos considerar
Los Lavativas, más que
LOS VENGADORES, de actualidad estos días
Por desgracia, sus desabridas temporadas miméticas malograron la venturosa intención, quedándose todo en una ineficaz repetición de las dudas y cuitas de los personajes, que una vez y otras nos eran presentados, ampliando un poquito más sus poderes para que el capítulo cinco de la segunda temporada no fuese idéntico al cuarto de la primera. Luego, el dramatis personae tampoco concitaba estima suficiente como para quererle coleccionar, digamos, o sentir empatía por ellos.
Para colmo, una sobreabundancia de héroes “combatía” a un único supervillano (al menos, en las dos primeras temporadas), que emulaba a EL HOMBRE ABSORBENTE de los tebeos de THOR. Por lo común, y los cómics nos tienen así enseñados, al héroe le atacan veinticinco enemigos antes del desayuno, no al villano lo acosan treinta enmascarados justicieros mientras se calienta el café. ¿Qué iban a dejar de él, por Dios?
Para darle médula a un metraje excesivo (¡veinticuatro plúmbeos episodios tan sólo en la primera —que debió ser última— temporada!), entremezclaron la urdimbre de Heroes con la de X-FILES, esperando así rebañar para la saga a los nostálgicos de las andanzas de FOX MULDER y DANA SCULLY. Pero el triunvirato creador, que trataba de recrear sus filias gráficas favoritas (X-MEN, AVENGERS, DRAGON BALL, aun EVIL DEAD —!—), luego no supo insuflar vida propia al producto, que empezó a dar tumbos por entre cosas muy familiares para quienes estamos en la pomada, con la esperanza (escasa) de así prolongar la serie in saecula saeculorum, amén, algo que no sucedió, pues inyectaron sensación de hartazgo aun a los más acérrimos heroedictos.
Otra pintura promocional. Eso es, en blanco se nos
quedaron los ojos, viendo que la cosa no avanzaba,
¡sino todo lo contrario!
 
En conjunto, Heroes frustró una magnífica oportunidad de dignificar al tebeo también en la TV, dándole el lustre que merece, acumulado en las últimas décadas sobre todo. Pero la incompetencia, los arbitrarios cambios de criterio, los recortes de toda índole (¿no hubiera sido mejor limitarse a hacer doce episodios, pero de una grandeza épica real, a lo que salió al final?), laminaron la prometedora propuesta, malogrando quizás proyectos de pelaje parejo que, ahora, serán juzgados estrictamente merced a Heroes, comparación inevitable, costándoles sobremanera huir a su negativa influencia.
Y podo porque esta serie confirmó la condición de niñatos veleidosos, marca IMAGE, llenos de ínfulas y escaso talento, de Kring y Loeb, a quien su dilatada experiencia, sin embargo, no le ha servido de nada en esta ocasión.

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