jueves, 19 de abril de 2012

El sótano del primo Barto: De vuelta al instituto

A principios de semana hice algo que extrañamente no puedo hacer con toda la asiduidad que me gustaría, me paseé tranquilamente por una tienda de cómic. Es más, me permití hacer algo aún más raro en mis días actuales, observé con detenimiento las novedades y salí del establecimiento con el número 1 de una nueva colección. Lo que termina de rizar el rizo, es que el cómic, un manga en este caso, era un total desconocido para mí. En lugar de ver las novedades en Internet e ir a la tienda a tiro hecho le dediqué tiempo y salí con un tomo cuya lectura tenía un halo de misterio, ya que podía ser tanto una delicia como una pérdida de tiempo y dinero.

Tratando como tratamos aquí el género de horror, el tomo elegido no podía ser otro que el número 1 del manga Hakaiju, obra de Shingo Honda, ya que copaba bastante espacio en las estanterías de novedad y su portada era como mínimo atrayente: un cúmulo de tentáculos llenos de venas, dientes y garras, rematándolo todo un ojo de mirada impávida. Tras asegurarme que el tomo era un número 1 de una colección que no contaba con siete tomos en el mercado y que en Japón no llevaban publicados 80 tomos, decidí llevármelo a casa esperando simplemente de que en caso de que me gustara el manga no lo cancelaran en España tres tomos antes de su final.

Una vez en casa dejé el tomo de Hakaiju sobre el escritorio y comencé a investigar un poco sobre Shingo Honda. Lo único que descubrí es que supuestamente Hakaiju era el manga de terror de moda en Japón, que su autor había realizado con anterioridad un manga deportivo sobre ping-pong y que compartía nombre con un joven jugador de baseball. Toda esta información se añadía a la contraportada del manga, en la que se me prometían monstruos, muchos monstruos alimentándose de cadáveres. Así que a leer.

Hakaiju cuenta de base con la mayoría de los aciertos del manga, así como con la mayoría de las carencias. El trabajo de Shingo Honda se podría incluir dentro de la producción más mainstream, aunque cuenta con suficientes aciertos como para merecerse sacar la cabeza un poco por arriba y ser reconocido por su nombre. Tanto el guión como el dibujo no despuntan de primera. La trama presenta originalidades dentro de una historia mil veces trillada. Los mangas de catástrofes son muy comunes en Japón, entre los que se cuentan grandes obras como Aula a la deriva o Breakdown: Impacto, ahora solo el tiempo dirá si Hakaiju es capaz de impresionar tanto como para quedarse.

Quizás lo mejor del primer tomo sea su principio, ya que en lugar de entrar rápidamente en la historia de terror, Shingo Honda inicia una historia de amor de instituto que casi podría reconocerse como una parodia autoreferencial dentro del género. Tras este comienzo postmoderno, la historia de Hakaiju se convierte en una huida hacia delante sin tiempo para reflexionar y con el ritmo perfectamente calculado.

El dibujo de Shingo Honda desgraciadamente es irregular, variando desde un manga impersonal hasta viñetas que son puro genio. Este problema se le debería achacar quizás al sistema de producción japonés, que no deja demasiado tiempo al autor para afinar su trabajo. En todo caso, el trabajo artístico de Shingo Honda no llega en ningún momento a convertirse en una molestia, siendo más una realización correcta con momentos de pura lucidez.

En resumen, Hakaiju es lo que es pero mejor. El manga de Shingo Honda no es una obra de autor, sino un trabajo concebido para el entretenimiento donde priman las vísceras y la velocidad, eso sí, con una calidad muy superior a la media. De momento le concederé a Hakaiju el beneficio de la duda y seguiré con su segundo tomo, donde al igual que la mayoría de los fans me limito a esperar más de lo mismo pero con un trabajo más definido en el guión, ya que estas historias son fáciles de comenzar pero mucho más difíciles de continuar.

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