martes, 3 de abril de 2012

DIAL 777 POSTÉPICOS, 11 — RANXEROX

Cubierta del tomo que reúne las
aventuras neoyorkinas de RANXEROX
y LUBNA
La trama de esta “novela gráfica de STEFANO TAMBURINI y GAETANO (TANINO) LIBERATORE es el siguiente: Ranxerox, un agresivo androide desmadrado, sucumbe al complot del retorcido MR. VOLARE, magnate del mundo del espectáculo, que le necesita para que protagonice un fastuoso musical retro. El complot incumbe a LUBNA, novia de Ranxerox, una pasión tóxica y toxicómana. El fracaso en Broadway abandona en una nebulosa suerte a la singular pareja.
Ranxerox puede estimarse obra underground y punk, siendo su personaje precursor de muchos de los tics de los queridos contrahéroes (más que antihéroes) tipo LOBO.
Este tebeo defiende el consumo de drogas (Ranxerox está enganchado al vinavil, sea lo que sea) y su novia, la golfa yonqui descarada de doce años de edad, criminal, borde y sádica, Lubna dijimos, que le engatusa y maltrata como quiere, obteniendo de él una suerte de sumisión masoquista fanática, es una adicta total de la heroína. Sobreviven en los bajos fondos de una Italia “del futuro” y en las últimas habitados por una turbia población (pero habitual de nuestras calles) tatuada y con el pelo coloreado, ejemplos del fashion Década 80 que se intuía provocador, rompedor. Ranxerox es un pilar de la sacralizada ‘movida’ de los 80, cuya magnitud comprendimos una vez terminó. Sin embargo, sus “Evangelistas” predican que se vivía desde el primer segundo. Falso. Por entonces, eran extravagancias de punks, postmodernos y los pre skinheads actuales.
El pensamiento lateral de Ranxerox en
ON: lo que necesita, lo coge sin más
Ranxerox, también, ensalza la violencia: todo lo resuelve a hostias o quebrando huesos (algo que Liberatore dibuja con tal detalle que hasta duele verlo). El androide se mueve, con masiva imponencia, cuan TERMINATOR, entre la multitud, indiferente a las consecuencias de sus actos. Excesivo/expeditivo, carece de ética y moral, como su entorno. Un ejemplo: encargado de asesinar al adolescente feroz crítico de arte (por orden del propio padre del chaval, un yonqui repelente), Ranx aguarda en un velador de una discoteca. Una niña mendiga gitana le ofrece una rosa. Aplasta su mano, acto que obtiene amplia aprobación, reflejo de una sociedad hastiada de la injerencia de la pobreza en sus superficiales vidas elegantes.
Ranxerox, por supuesto, no conoce las TRES LEYES DE LA ROBÓTICA de SAN ISAAC ASIMOV ni de lejos. Y esto hace pensar en que todas estas obras de robots ‘díscolos’ semejan una rebelión a la imposición tiránica del BUEN DOCTOR. Si Asimov hubiera leído Ranxerox habría abominado en arameo de él. Desafía sus parámetros sanitarios, tan caros al laureado escritor, y que tanto tienen de anulación del individuo. Sólo por eso, ya simpatizas con el androide que pudiera haber avanzado el CYBERPUNK (punto discutible, que sin duda depende del gusto del reseñador).
No se escapa tampoco que Ranxerox sugiere adscripción a ideología izquierdista, como proponen las alusiones, escritas o dibujadas, al comunismo. Burgueses y ‘magnates’ aparecen presentados como pervertidos de la peor calaña, practicantes de parafilias realzadas con estupefacientes. También, el arte realista de Liberatore ilustra los perfiles de todos los personajes achatados, o como hocicos de comadrejas, o hurones, una imagen subliminal de inquietantes rapaces.
Ningún problema tiene importancia
para este androide siempre que pueda
resolverlo "por las bravas"
Merece examen la virulenta Lubna, que espolea sin piedad al corpulento Ranxerox a satisfacer su constante, dañino y destructivo vicio. A estas alturas, conocemos lo lesivo que es el consumo de drogas sobradamente. Aun así, Lubna muestra saludable aspecto y parece afirmar que un par de picos de caballo al día hasta tonifican. No tengo claro si, con esto, los autores trataban de ser insultantes y procaces en una sociedad conservadora de marcada relevancia católica, o de verdad hacían apología de la droga. No seré ingenuo culpándoles de tal lacra, porque el problema es antiquísimo. Resalto que, pese a conocer su faceta nefasta, presentan a Lubna plena de facultades, cuando eso no es así. Tal vez los autores, en verdad, pretendían hacer ver lo absurdo del asunto.
Es evidente que toda la fuerza de Ranxerox reposa en el poderoso dibujo de Liberatore, dueño de un amplio aparato de recursos artísticos capaces de seducir nuestra mirada y seguir estas andanzas con interés. Otra cosa es, desde luego, lo que el guión fuerza a hacer, y decir, a los protagonistas de la saga.

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