Cuando hablamos de terror, rápidamente
pensamos en todos los horrores que se introducen en nuestro mundo a
través de las costuras rotas de la realidad: hombres lobo, vampiros,
fantasmas, etc. Pero pocas veces nos paramos a pensar que el
horror como tal existe en nuestro mundo, nos rodea tratando de
abrazarnos, consumirnos y al final destruirnos. Pero claro, este
terror real no está representado por criaturas o fenómenos
supraterrenales, que supuestamente no existen, sino que se enraíza
en el mundo cotidiano, a veces provocado por las fuerzas anárquicas
de la naturaleza, que carecen de motivación, o surgiendo en la figura
del resto de los hombres. Ángeles y demonios mortales capacitados
para elevar nuestra vida o arrastrarnos hacia los pozos de la
desesperación, ya que como decía Sartre: “El infierno son los
otros”.
Pero esta reducción del horror
proyectado sobre nosotros desde otros hombres es reduccionista y
peregrina, no podemos culpar al otro de la imperfección de la vida.
La idea de Sartre se cimenta en la perfección de todo individuo
frente a otras perfecciones incompatibles, dejando de lado la lucha
del propio individuo. En este punto es cuando llegamos a lo realmente
interesante, a la idea de que uno mismo es su propio infierno, cuando
la vida es un ideal a alcanzar, cuando nos vemos a nosotros mismos
como seres imperfectos luchando por una perfección. Es en este
momento cuando surge el horror real, la angustia de estirar los
dedos, rozando con la punta la gloria pero quedándonos atrapados en
el averno de nuestra imposibilidad.
Evidentemente si hemos de buscar un
autor que personalice este horror es Nietzsche, ya que no solo su
obra filosófica, sino su propia biografía, es un reflejo del horror
cotidiano, ese terror de todo hombre superior que trata de
convertirse en Prometeo. La reciente publicación de la biografía de
Nietzsche, con título homónimo, en formato novela gráfica, obra
del artista Maximilien Le Roy y basada en la biografía del filósofo
realizada por Michael Onfray, es una perfecta representación de este
horror.
El trabajo de Maximilien Le Roy en
Nietzsche alcanza grandes
cuotas de calidad, tanto en el terreno puramente artístico como en
el narrativo, e incluso en el filosófico. La biografía del filósofo
es un devenir sin rumbo y una peregrinación sin meta más allá de
la superación personal y la captura de un ideal, con numerosos
errores y fallos que sirven eficazmente para destilar la búsqueda
posterior. La obra de Michael Onfray, adaptada al medio del cómic, muestra la desesperación de un hombre que trata de romper viejas
cadenas para el avance de toda la humanidad. El Nietzsche presente en
el cómic está muy alejado del tópico nihilista con el que se suele
reducir al filósofo, quien en lugar de ser un hedonista amoral, fue
un pionero en la búsqueda de una nueva escala de valores dentro de
una sociedad más humana y con un mayor espíritu de transcendencia.
Algo que, finalmente dejó a Nietzsche hundido en la locura.
El
acabado artístico de Nietzsche
juega a favor de sus tesis, ya que Maximilien Le Roy trabaja
mayoritariamente con un dibujo sencillo, que no simple, cargado de
personalidad, permitiéndose desviaciones en su dibujo cuando la
historia se presta a abandonar la mera representación de episodios
de la vida del filósofo.
Lógicamente,
puede que Nietzsche no
nos provoque pesadillas durante las horas nocturnas, pero sin duda no
es una obra alejada del género de horror en tanto y cuanto supone un
recorrido por la locura que se traduce en la construcción del individuo y
la sociedad. Friedrich Nietzsche, además de ser una de las mentes
más influyentes en la actualidad, dejó su vida como ejemplo llevado
al límite de que el horror existe y puede ser algo tan rotundo como
la imposibilidad entre la voluntad y el ser.
Aún no he tenido la oportunidad de leerlo pero parece ser realmente interesante. Gracias.
ResponderEliminar