Si todos tuviéramos quince años medios nos encontraríamos en las Navidades de 1996 fecha de aparición del primer número de Iberia Inc (Pacheco, Marín y Fonteriz), un intento por parte de Planeta de Agostini de crear un universo superheroico dentro de la Línea Laberinto. Y es que la vuelta al hogar me ha hecho encontrarme con el cuadernillo que la editorial regalaba en el Salón del Cómic de Barcelona a modo de avance de las colecciones que aparecerían dentro de esta línea. La cosa es que al principio la cosa no tenía mala pinta, se trataba de una puerta abierta tanto para autores consagrados como para aquellos que estaban empezando, hay que tener en cuenta que esto era antes de la explosión dentro de Internet y de la llegada de los webcomics, con lo que podemos suponer la importancia de esta iniciativa.
Sin embargo, la característica que yo considero más importante de este proyecto es la de abordar todo tipo de géneros comerciales lo que haría, al menos en un principio, de este sello algo atractivo a cualquier tipo de lector. Así pues se podían encontrar cuatro grandes líneas editoriales dentro de la colección: de autor (Oropel, Cool Tokio, etc.), Manga hispano (Desafio, Crónicas de Mesene, etc.), acción/aventuras (Neck & Cold, Anibal Gris, Gorka, etc.) y superhéroes (Iberia Inc., Triada Vértice y Jaque Mate). La calidad media de los títulos que aparecieron bajo esta línea era media, sin llegar a ser catastróficas, exceptuando aquellos que podemos considerar como “de autor” que superaban en calidad al resto de obras.
Creo que de todos los títulos que aparecieron bajo el sello Laberinto merece la pena reseñar dos: Iberia Inc. y Triada Vértice (Pacheco, Marin y Merino). La importancia de estos dos trabajos no reside en la calidad de los mismos, que la tienen aunque no la que todos hubiésemos deseado en aquel momento. Lo difícil de todo esto es fomentar la lectura de títulos de género de autores nacionales para un público español. Yo siempre he defendido la idea de que el público español es incapaz de ver/leer obras de género, predominantemente del ámbito del fantaterror, y ser igual de indulgentes con estos como lo somos con productos de origen norteamericano de la misma calidad o inferior. Quizás se perciba cierta incapacidad por parte de los productores de disfrazar el producto de una manera apetecible para el lector.
Por otro lado detecto otro gran problema con este tipo de colecciones: el carácter limitado de estas. Se supone que las sagas de superhéroes suelen formar parte de macrouniversos cuasi infinitos, por lo que limitar dicho tipo de sagas a un par de colecciones limitadas puede no suponer un bocado apetecible para los lectores habituales de este tipo de lecturas.
Si nos comparamos con otros países salimos perdiendo a pesar del buen momento que estamos viviendo dentro del cómic denominado “de autor”, tanto por los artistas en si mismo como por las editoriales que suelen publicar sus cómics. Si nos miramos en el modelo editorial italiano del cómic de género nos venimos abajo; la comparación con el país del Belpaese viene a colación de que tenemos una tradición tebeística similar pero fundamentada en otros aspectos. Siendo sinceros, no hace falta ser muy rebuscados con el panorama italiano para ver la diferencia entre ambos panoramas, solo cogiendo la editorial Bonelli, con título como Dylan Dog, Tex, Martin Mystere o Nathan Never, por otro lado Diabolik o la editorial Star Comics; nos damos cuenta de que el cómic de género goza de buena salud en el país vecino. Este éxito trabajado a lo largo de décadas se asienta en dos grandes pilares: distribución masiva tanto en quioscos como en tiendas especializadas y la continuidad de las historias que se nos explican. Por no decir la seriedad con la que se abordan las tramas. No es baladí pensar que es un público abierto que acepta el producto autóctono como el ajeno por partes iguales, posibilitando que el primero se convierta en un referente cultural.
Así pues, tras quince años de la aparición de la Línea Laberinto lo único que hay que lamentar es la desaparición de la misma y la falta de continuidad de sus historias. Por otro lado, al menos en los cómics de superhéroes, se trataban de apuestas muy cerradas con chistes privados y enfocados a los lectores de toda la vida y sin ningún ánimo de incorporar nuevos lectores. Lo cual, tal y como pasó, lleva al estancamiento de arcos narrativos y propuestas innovadores como al cierre de sellos editoriales.
Fue una época de títulos muy originales, de valentía editorial, de calidad... que quedó en nada
ResponderEliminarEn este caso creo que la culpa es simplemente del público, que como con muchos otros productos culturales no tarda en equiparar español con malo. No sé cual será la solución, pero espero que llegue pronto para esas grandes obras de género que se realizan aquí pero tienen que cargar con la mala fama de terceros
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