jueves, 20 de septiembre de 2012

El sótano del primo Barto: La rabia que nos hace libres

Una de las fantasías más clásicas dentro de la literatura juvenil, incluso dentro de la propia adolescencia, es el castigo fascista y violento contra los abusadores. El empollón de la clase, el chico retraído, el que lee en los recreos en vez de jugar al fútbol, el que sueña despierto con monstruos y rayos láser, ese chico, esconde en su interior una bestia asesina que no ansia justicia, sino venganza. Quizás uno de los principales ejemplos de esta tendencia la encontremos en la obra Den de Richard Corben, publicada originariamente en la revista Heavy Metal, para pasar posteriormente a ser uno de los capítulos de la película de animación basada en la publicación. En el relato de Den nos encontramos con un chico ahogado por su propia existencia juvenil, con un intelecto y una imaginación mucho más allá del mundo que le rodea. Dicho joven es trasportado a otro mundo, en el cual no aparece como un sabio o un técnico, sino como una mole de músculos que se pasea desnudo haciendo lo que más deseaba, aporrear cráneos y mantener relaciones sexuales con mujeres turgentes.

Desgraciadamente la realidad es esa, verificable por cualquiera que haya sido un nerd o un geek durante su adolescencia. La soledad puede parecer el origen de genios creativos, pero realmente solo produce bestias pardas hambrientas de sangre encerradas en cuerpos demasiado enclenques o con algunos quilos de más. Esta es la base de El salvaje, una mezcla entre relato y cómic guionizado por David Almond e ilustrado por Dave McKean, al que hace poco dedicábamos un poco de espacio a sus primeras obras realizadas junto a Neil Gaiman. La obra ideada por David Almond juega con la melancolía al presentarse como una mezcla entre un cuento escrito en un cuaderno por un niño y las reflexiones sobre dicho cuento unos años después. El salvaje es una obra dura debido a su desnudez y a su apelación a la rabia interior, al grito desgarrador y a la llamada a la sangre, ya que mezcla el drama del niño acosado por un compañero con la angustia por la pérdida de un padre, un paraje desolador en el que la escritura funciona como catalizador del sufrimiento.

Al principio de la obra, David Almond defiende el uso de palabrotas debido a la situación que vive su protagonista, algo que se convierte en toda una declaración de intenciones, ya que remarca que el uso del lenguaje malsonante, así como la posterior violencia, no responden a un entretenimiento vacío, sino a una utilización dramática y catártica de la misma. Desde ese momento, se inicia un recorrido por un recuerdo doloroso, el cual se va mezclando y jugando con una ficción terrorífica. El juego metanarrativo va ganando impulso a medida que la historia humana se va volviendo más punzante hasta alcanzar un clímax que no puede dejar a nadie indiferente, tanto por su contundencia conceptual como por su acertada resolución, en la que el dibujo de Dave McKean juega un papel a destacar.

El salvaje es quizás una de esas historias notables que necesitan compartir parte de su trasfondo con el lector para convertirse en una obra grabada a fuego en la mente y el corazón del lector. El trabajo de David Almond y Dave McKean va dirigido a todos esos niños y niñas que lo pasaron mal, que tuvieron miedo en la oscuridad o se sintieron ahogados por la soledad. El salvaje es una venganza, una ilusión sobre un poder maligno que muchos desearon tener para acabar con el sufrimiento en una época tan convulsa como los primeros años de la juventud.



2 comentarios:

  1. Con semejante reseña dan ganas de salir corriendo a comparlo! Excelente, porque ya nadie escribe de este modo sobre comics.

    Saludos

    J.

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  2. Disculpa que haya tardado tanto en responderte, José, ahora mismo a duras penas tengo un rato libre, pero al leer comentarios como esos me alegro de dedicar mis pocos huecos a leer y escribir algo sobre cómic.

    Muchas gracias.

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